INTERNACIONAL

El hambre: La nueva crisis más peligrosa de la guerra en Ucrania

Raúl Heras | Martes 24 de mayo de 2022
Tras una crisis financiera (2008), una crisis epidemiológica ( 2020 ) y una crisis bélica ( 2022 ) en Europa aparece el fantasma de otra crisis mayor, la del hambre. Ursula von der Layen, la presidenta de la Comisión europea, ya tiene culpable, Vladimir Putin, y un escenario, Ucrania. Cientos de miles de millones de euros que se gastan en destrucción y que desembocarán en la ya anunciada crisis del hambre. Una pregunta obligada ante una de las más previsibles consecuencias de la guerra. ¿ Cinismo o ingenuidad ?.


En todas las guerras se gasta lo viejo y se prueba lo nuevo. Los viejos arsenales que se estaban quedando obsoletos dan paso a las nuevas armas. Se pone a prueba la forma de matar del futuro. Bueno para los fabricantes, malo para los soldados y la sociedad. Miles de millones de euros que alguien tiene que pagar. Ese alguien son los ciudadanos con sus impuestos. Ucrania es el último de los ejemplos. El presidente Zelenski ha dado una cifra: sus tropas necesitan cinco mil millones de euros al mes tan sólo para resistir. Y el español Josep Borrell no ha dudado en pedir que se le envíen nueve mil más. Nuestro ex ministro socialista tiene una idea peculiar de la defensa de la Paz y de las necesidades de los europeos. No es el único pero sí el más cercano para nosotros.
En el otro lado , en el de Rusia, las cifras no serán menos. Ya tenemos 10.000 millones al mes de gasto en destrucción y en vidas perdidas y en ciudades destruídas y en odio acumulado para generaciones. Acabo de ver un documental en la 2 de Televisión española, “Europa después de Hitler”. Recomiendo a todos que lo busquen y vean las imágenes de los efectos de cuatro años de guerra. De lo que ocurrió tras la derrota del III Reich. Ciudades destruídas, migraciones de millones de personas, campos de concentración, ejecuciones públicas. Hambre durante generaciones. Y necesidades gigantesca de todo lo que necesitan las familias para sobrevivir.
Habrá opiniones diversas e incluso contrarias al analizar las razones que llevaron a la II Guerra Mundial, pero coincidirán todas en la barbarie que se desata cuando los dirigentes de las naciones no son capaces de negociar en la Paz y deciden que la guerra es la única solución para sus problemas. Tras cada conflicto hay una constante: los ricos pueden cambiar de cara pero salen más ricos; y los pobres siempre tienen las mismas caras y son más pobres.
Si ponemos cifras en la calculadora estaremos en los 120.000 millones de euros al año en destrucción que alguién tendrá que pagar. Tendremos no menos de 20.000 muertos. Un país, al menos, arrasado y que deberá reconstruirse por partes, ya que va a ser imposible que Ucrania se mantenga como una única Nación. ¿ Cuánto va a costar ?. Imposible de saber. Los distintos países ya han annciado un aumento inimaginable hace unos meses en inversión en Defensa o lo que es lo mismo, gasto en armamento y estructura de sus Fuerzas Armadas. Alemanía ha aprobado la cifra de cien mil millones, que terminarán siendo el doble. España se compromete a que sea el dos por ciento de nuestro Producto Interior Bruto, lo que nos llevará a unas cifras oficiales de 24.000 millones y a unas reales que estarán más cerca de los 35.000 millones. Cuatro veces más de los que dedicaremos a Educación, por ejemplo.
¿Podemos calcular los costes de este último conflicto en la aparentemente desarrollada Europa ?. ¡ Se pueden medir las consecuencias a medio y largo plazo?. Europa sufrió décadas de hambre y desnutrición producto de sus guerras. Era una consecuencia que se repetía siempre. En vidas serán unas decenas de miles. En destrucción y reconstrucción cientos de miles de millones. En odios larvados para que puedan justificarse las siguientes guerras habrá millones de todos los colores. Si alguien lo duda que mire las cifras del último conflicto en los Balcanes, en el que se destruyó a uno de los países que más pujanza tenía en el este europea como era Yugoslavia, que comenzó con dos declaraciones de independencia, las de Croacia y Eslovenia, que duró tres años, y que terminó con la aparición de ocho nuevos países, cerca de 150.000 muertos y muchos miles de millones de euros gastados en armamento, primero, y en reconstrucción de todo lo destruído después.
Es el antecendente más próximo para entender lo que está ocurriendo en Ucrania y sobre todo para vislumbrar lo que va a pasar cuando se detenga la guerra. Ya es imposible que la Ucrania de finales del siglo XX se parezca a la Ucrania que saldrá del conflicto del primer tercio del siglo XXI. Habrá vencedores y vencidos y ninguno de ellos perdonará lo ocurrido al otro. Se habrán sembrado las duficientes semillas de odio social y personal para que vuelven a sonar los tambores de guerra antes de que termine esta misma centuria. Esa es la cruel y amarga realidad que arrojan los datos de la historia. Europa se empeña en mutilarse como territorio y con enorme violencia cada 40 años como máximo.
La guerra mundial que comenzó realmente en España el 18 de julio de 1936 y que terminó en Japón el 2 de septiembre de 1945 duró nueve años, con tres escenarios distintos pero con la misma destrucción, idénticas salvajadas, similar en odios hacia el adversario, y los mismos deseos de que no volviera a pasar. Con parecidos errores en la negociación de la paz y el reparto del botín por parte de los vencedores. El equilibrio entre dos oceanos, Atlántico y Pacífico, y una gran mar, Mediterráneo, estaba y sigue estando en juego. En lo profundo de sus aguas existen animales extraños e increíbles pero por todos ellos se mueve el gran depredador del planeta Tierra, la especie humana.
Nadié parece que haya aprendido mucho del horror que transmitieron las imágenes. Apenás unos meses después de la derrota del Imperio Nipón comenzó otra gran guerra, la del Imperio chino en su segunda parte: nacionalistas muy de derechas frente a comunistas muy de izquierdas. Tres años , los que van de 1946 a 1949, que acabaron con la victoria de los segundos tras tres años de salvaje lucha entre hermanos en un territorio inmenso y que fueron la continuación del conflicto que habían vivido durante una década, la de 1927 a 1937, aquellos que querían cambiar la China imperial y anclada en la Edad Media por otra China más social y moderna. Cambiaron tan solo de dictadura real a dictadura civil. Millones de muertos que nunca han pedido ser contados y que vuelven a aparecer en escena tras la advertencias del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, al presidente chino, Xi Jinping. Si este último decide atacar la isla de Taiwan, la respuesta de USA será inmediata y atacará China.
En el lado europeo se está jugando con el control de Occidente y en el lado asiático con el control del Este. Material inflamable dispuesto a explosionar en cualquier momento. Por las mismas y viejas razones de siempre y con los mismos y viejos objetivos de siempre. La voluntad de los pueblos, la opinión de los ciudadanos de los distintos países no cuenta. Está la decisión de los gobernantes y la necesidad económica de los grandes imperios industriales, tecnológicos y financieros. La desnuda ambición de poder de unos pocos frente a la necesidad de supervivencia básica de la inmensa mayoría. Paz frente a guerra. Las justificaciones y la razones se darán antes, durante y después. Las víctimas serán las mismas. Siempre son las mismas.

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