Martes 21 de octubre de 2014
Un domingo de sol y un aniversario cargado de memoria llenaron las calles con miles de personas que reivindicaban la República como forma de gobierno. Han pasado 82 años desde aquel 14 de abril de 1931 en el que unas elecciones municipales celebradas dos días antes llevaron al entonces rey Alfonso XIII a pensar que debía marcharse al exilio junto con el resto de su familia. Y lo hizo embarcando en el puerto de Cartagena con rumbo a Marsella en el crucero Principe Alfonso mientras el resto de la familia viajaba por tren a París donde terminarían reuniéndose antes de viajar a Roma donde permanecería hasta su muerte.
Era la segunda vez que España cambiaba la Monarquía por la República e iba a ser la segunda vez que un general acabara con ella, si bien esta vez el intento democrático duró bastante más y terminó mucho peor.
Formalmente la II República duró ocho años, hasta el fin de la Guerra Civil con la rendición de Madrid por el coronel Casado, mientras que la Primera, a finales del siglo XIX tras el abandono de Amadeo de Saboya, apenas tuvo año y medio de vida, meses cargados de luchas políticas, desastres coloniales, malestar social y generales en armas.
En uno y otro momento de nuestra historia las Fuerzas Armadas y sus mandos tuvieron un papel esencial en los cambios que se produjeron, tanto para la salida de los reyes como para el regreso de los mismos: en 1868 obligaron a la reina Isabel a marcharse al exilio bajo la dirección del general Serrano, dos años más tarde y con la influencia del general Prim lograron que las Cortés " eligieran" a Amadeo de Saboya como rey por 191 votos frente a los 60 que lograron los republicanos y los 27 del duque de Montpensier. Nuestro primer rey elegido por los " representantes" del pueblo viviría en continúa zozobra hasta febrero de 1873, fecha en la que decide volver a Italia antes de que se cumpliera la amenaza de Castelar de " terminar como su primo Maximiliano en Méjico".
De la I República que vino a continuación casi mejor no acordarse, salvo por algunas similitudes con el momento actual cuando se mira los sentimientos nacionalistas y federalistas que parece animar a más de uno. Cuatro presidentes y tres pronunciamientos militares en apenas veinte meses. Ciudades, pueblos y hasta villas que se declaraban independientes, con el Cantón de Cartagena a la cabeza y sus incursiones piratas por la costa del Mediterráneo, que incluyeron bombardeos y saqueos por parte de dos buques de la armada en Alicante y Almería, y que terminaron con los dos navíos apresados por dos fragatas, una inglesa y otra alemana. Como se ve nada hay nuevo en nuestra reciente y maltratada historia.
En el proyecto de Constitución que redacta Emilio Castelar se contemplaba la existencia de 16 estados dentro de la Nación española, una división parecida a la de las 17 autonomías que alumbrará el ministro Clavero Arévalo para nuestra Carta Magna de 1978. En ese tiempo hubo un par de declaraciones del " estado catalán", que no de la "nación catalana" por medio, unas abstenciones medias del 60% en las elecciones generales que llegaron al 75% y al 72% en Cataluña y en Madrid, y los recurrentes "golpes" del general Pavía, del almiranteTopete y de los también generales Serrano y Martínez Campos, quien en diciembre de 1874 se subleva en Sagúnto y logra sin un solo disparo que los mismos que habían votado por la República votarán por el regreso de la Monarquía en la persona de Alfonso XII, el hijo de Isabel II que estaba estudiando en Inglaterra.
Han sido 22 meses y 18 días en los que los españoles y a la cabeza de ellos sus dirigentes políticos no son capaces de articular un estado o una nación en la que la convivencia y el respeto a las opiniones contrarias sean la base de un desarrollo económico que combata la pobreza y las enormes desigualdades que existían, sobre todo en el campo. Las ambiciones más pequeñas acaban con la esperanza de la inmensa mayoría y la corrupción se hace dueña de la mayor parte de los resortes que soportan la estructura de España.
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