Lo veremos en Andalucia el próximo día 19, domingo y explosionará con toda su intensidad en las municipales y autonómicas de mayo de 2023: el efecto D'Hont. La Ley que establece el reparto de escaños a los partidos políticos tras el recuento de votos emitidos en las urnas favorece claramente a los más votados y castiga a aquellos que no han superado el 5% y que ven como sus "papeletas" se pierden en las orillas del camino hacia el poder.
En esa tesitura están tanto Unidas Podemos como Ciudadanos, si es que sobreviven a la debacle que se anuncia para lis segundos de la mano de Juan Marín y la manifiesta incapacidad de Inés Arrimadas para cambiar su destino.
Autonomía a autonomía, municipio a municipio los partidos no sólo luchan por los votos, también lo hacen por los porcentajes y aquí entran en juego tanto las abstenciones como los votos en blanco. Estos últimos suman en los datos de participación y de credibilidad en el sistema, mientras que las primeras hablan del desencanto y el cansancio de los ciudadanos.
Estamos en la base de la democracia, de la credibilidad del sistema y de su futuro: a mayor abstención, mayor necesidad de cambio de las reglas del juego. Con el crecimiento de los votos en blanco los ciudadanos que participan en las urnas señalan a los contendientes que ninguno de ellos les gusta, que no cuentan con su apoyo. Habrá que medir esos porcentajes en la noche del próximo día 19 en la Sevilla de los sustos.
En nuestro sistema electoral, no elegimos ni a presidentes, ni a los alcaldes o alcaldesas, elegimos a " compromisarios" que buscarán en los " parlamentos" correspondientes las mayorías necesarias para formar gobierno. Y es ahí donde el efecto D'Hont comienza a operar contra los pequeños, empezando por aquellos que consiguen miles de votos pero no alcanzan los mínimos necesarios para obtener representación. Y ahí radica en la España en la que vivimos el gran peligro para las actuales formaciones minoritarias y rotas en pedazos : si no consiguen ese mínimo del 5% todos sus votos, que a buen seguro serán miles, no les servirán para nada; mientras que los llamados "restos", el reparto de los últimos escaños y concejales, serán para las formaciones que más votos hayan recibido.
Por eso es tan importante la concentración del voto y por eso es difícil de explicar la cerrazón de Teresa Rodríguez de no aceptar el pacto que le ofrecieron desde Unidas Podemos, o la negativa de Ciudadanos para no buscar acuerdos con el PP de Juanma Moreno.
El primer gran beneficiado de ese posible descalabro va a ser el Partido Popular, que se presenta de cara al 19 de junio en Andalucia como la primera formación en votos pero sin la mayoría parlamentaria para gobernar en solitario. Ahí le está esperando Vox y una Macarena Olona que quiere el mismo puesto de vicepresidenta que ha tenido Juan Marín.
Ser el primero en las urnas puede darte un representante más a cambio de muy pocos votos, puede en algunos casos que no lleguen a las tres cifras. Esta característica hace que a nivel autonómico sean tan importantes las circunscripciones electorales, sobre todo en aquellas regiones que no son uniprovinciales, para empezar Andalucia.
El actual presidente se presenta como claro ganador a nivel autonómico, pero su victoria y sus necesarios pactos para gobernar tendrán que tener en cuenta los resultados provincia a provincia ya que es en ellas donde se eligen los que se sentarán en el Parlamento andaluz, y puede que algunos escaños " se escapen" por los famosos porcentajes de restos del sistema D'Hont.
Los mismo ocurrirá a finales de mayo de 2023 con las municipales y autonómicas en toda España, de ahí que las " derrotas" de Unidas Podemos, sea con la marca que sea, y de Ciudadanos vayan a ser tan importantes en las doce Autonomías que vayan a elegir a sus nuevos Parlamentos; y que sumadas a la participación territorial y los votos en blanco y nulos permitan formar gobierno a unos y otros, sean cuales sean las alianzas que establezcan dentro de ese cuarteto - con los partidos nacionalistas a la espera -, que parece va a caracterizar nuestra vida política durante los próximos meses y tal vez años.
Conviene recordar que esa " maldición" de los porcentajes por circunscripción territorial ha perseguido siempre primero al PCE y luego a Izquierda Unida que veía como la totalidad de los votos que conseguía a nivel nacional, y que le proporcionaba hasta 20 escaños, representaban en el Congreso los mismos de la catalana CiU, con menos de la mitad de apoyos ciudadanos pero, eso sí, concentrados en las 4 provincias catalanas.
Sin ninguna duda es hora de que cambien muchas cosas en la política española, y que una de ellas sea permitir a los ciudadanos que elijamos a nuestros alcaldes de forma directa y por cuatro años, que exista una forma directa de democracia y de responsabilidad por un periodo establece de tiempo y que nuestros votos no sean utilizados para algo muy distinto por lo que fueron emitidos. Esta es otra se esas historias urgentes que se van dejando siempre para el futuro y que, a lo mejor, encuentran repuesta legal en 2024 con un nuevo Congreso y un nuevo Senado elaborando leyes.