La elección del Poder Legislativo en Francia, al igual que ocurre con la elección del presidente de la República, no se parece en nada al sistema español pero lo ocurrido este domingo, 12 de junio de 2022, debería ser una lección para nuestros políticos y los del resto de Europa. Por primera vez desde que en 1958 comenzó la llamada V República, la abstención ha ganado a todos los partidos.El 53% de los franceses que podían votar decidieron no ir a las urnas.
Ese dato crucial, que en el caso de los jóvenes se eleva hasta el 60%, demuestra que la Democracia parlamentaria en Europa está en crisis, en una alarmante crisis de credibilidad en la sociedad de la que deberían salir los encargados de redactar las Leyes de cara a conseguir la equidad y el bien común. Los franceses les han dicho a los candidatos y a las formaciones que representan que no les gusta el sistema, que no les gustan ellos, quen están hartos de promesas que no se cumplen y de unas decisiones que están cada vez más lejos de los deseos y preocupaciones de los ciudadanos. Se lo han dicho con igual fuerza a la derecha y a la izquierda.
Tristemente la lluvia de datos demoscópicos, de porcentajes y de nombres que se sentarán en el Senado y en la Asamblea ocultarán ese golpe popular a sus propias Instituciones. Los franceses, con su abstención, están diciendo que no están de acuerdo con su clase política, que no quieren participar en ese juego en el que las promesas se convierten en papel mojado y que sus problemas de cada día, su vida diaria, no son los que preocupan a sus dirigentes.
Dentro de una semana, tras la segunda vuelta de las elecciones legislativas, 348 senadores y 577 diputados se sentarán en sus sillones y todos se sentirán ganadores. Habrán desaparecido los viejos nombres de los partidos y aparecerán otros nuevos como “Ensemble”, que es el nuevo invento de Emmanuel Macron, o NUPES, que es la suma de todas las izquierdas que se han unido en torno a Melenchón, las dos formaciones empatadas con un 25,7% de los votos. Y en ese dato descontextualizado del 47% de participación ofrece una imagen irreal del problema de fondo de la actual Democracia francesa.
El número real es el doce. Macron, Melenchón y los que les acompañan sólo han conseguido el apoyo del 12% de sus conciudadanos. Peor le ha ido a Marine Le Pen, que de estar segunda en las presidenciales, ve ahora como su formación no convencía ni al nueve por ciento de los franceses. Los políticos olvidarán de forma rápida ese dato para centrarse en quienes formarán el futuro gobierno y quienes liderarán la oposición. La gran rueda de la Democracia parlamentaria, el sistema menos malo de todos los que se conocen, seguirá girando y los ciudadano seguirán esperando que sus problemas reales se resuelvan, sin que el propio Sistema analice las causas de su mal funcionamiento.
Acusan al renovada presidente de ser un autócrata. Puede que lo sea pero con la complacencia de todos los que se dedican a la política. Macron estará cinco años en el Eliseo y lo más probable es que en ese tiempo cambie una o varias veces de primer ministro. Dirigirá Francia con más o menos dificultades parlamentarias y la oposición de izquierdas y derechas le acosará con críticas más o menos duras. Ninguno se marchará a su casa o al menos se flagelará en público por no haber conseguido que, al menos, le haya votado una simple mayoría del 51% de los franceses.
Europa mirará a otro lado. Es su costumbre. Vamos a ver qué pasa dentro de unos días en Andalucía. Hasta ahora los españoles no hemos bajado del 60% de participación y casi siempre estamos por encima del setenta por ciento. Seguimos creyendo en la Democracia pese al evidente alejamiento de la que llamamos clase político. Lo sucedido en Francia es un aviso de lo que está ocurriendo por debajo del Sistema y que explica los estallido de violencia que castigan cada vez con más frecuencia a la sociedad. Miramos a los más jóvenes, los miran los dirigentes políticos, y se niegan a entender, como se niegan en Francia, que tan sólo el 10 por ciento de la juventud ha votado a todo lo que representa su presidente.