Martes 21 de octubre de 2014
El gobierno de Mariano Rajoy no lo dice con palabras, pero lo proclama alto y claro con hechos, que es lo que importa. El presidente y sus ministros se han dado cuenta de que el estado es insostenible y que la mejor forma de que la crisis actual no se repita en el futuro es cambiar por completo el estado, convertirlo en un estado en porciones, como el queso. Así, habrá crisis en alguna de ellas o en varias pero no en todas.
¿ Cual es el mejor de los caminos para lograrlo?. Pues fácil, privatizarlo, desmontarlo, hacer que sean otros, las empresas y organismos privados los que se encarguen de su funcionamiento. Primero empezamos por la educación y la sanidad, luego seguimos con las cárceles, mientras tanto ya hemos privatizado los trenes, las líneas aéreas, las compañías electricas y de telefonía, y por supuesto privatizamos los registros públicos, sin que se nos escapen los notarios en lo que conservaban de estamento público desde hace siglos. Y así seguimos baste el infinito. Lo que no lograron los anarquistas seguidores de Bakunin lo van a conseguir los liberales seguidores de Friedman y Popper y sin revolución ni asaltos a Palacios de Invierno. Sorpresas que te da la vida y la historia: si quieres acabar con el estado conviértete al capitalismo , es el camino más rápido.
Ahora que los ciudadanos hemos aceptado que lo que se elige en las urnas no es lo que luego se pone en práctica desde los gobiernos, que ya hemos aceptado que lo de la soberanía popular suena bien, pero que se queda en eso, en un sonido que viene desde los fondos de armario de la historia, y que la democracia parlamentaria será el mejor de los sistemas conocidos pero hace agua por todas partes tras chocar, como el Titanic, con el iceberg de la avaricia de unos pocos que se movían sin controles ( y que lo siguen haciendo como ha demostrado Chipre y ya lo hizo Islandia con sus sistemas de lavado de dinero del que no se preguntaba su origen), y que están condenando a la mayoría a regresar a una pobreza que creían superada, y a una pérdida de derechos que van a obligar a sus hijos y nietos a mirar hacia atrás con iguales dosis de ira y de nostalgia.
Claro que sí miramos hacia el exterior de nuestro país e incluso de Europa aún podemos, o mejor dicho aún pueden ir más lejos los que nos gobiernan: hace unos días el gobernador del estado norteamericano de Michigan, un tal Rick Snyderf, suspendía al gobierno municipal de la antigua y próspera capital del automóvil, Detroit, al frente del cual estaba otro tal llamado Dave King, y colocaba al frente de la ciudad con todos los poderes imaginables y alguno más a un abogado experto en bancarrotas llamado Kevyn Orr, que viene de hacerle un nuevo traje a medida a la antaño poderosa Chrysler.
¿Las razones para esa medida tan contundente? . Las enumero y me suenan preocupante ente a esta España nuestra y a esta Europa de Angela Merkel: un déficit galopante desde hace diez años, una falta de fondos para las pensiones y para el sistema de sanidad, una tasa de desempleo del 18 %..¿les suena?. La legislación de ese Estado permite tomar esas medidas como de último recurso con las que se dice adiós a la democracia de las urnas y la voluntad de los ciudadanos a elegir libremente, y se impone la tiranía - déjenme decirlo así - de unos pocos. Estoy seguro de que la crisis de Detroit se ha gestado durante muchos años en los que el sistema podía ha en puesto en marcha otros planes que impidieran la catástrofe, pero a lo mejor o a lo peor esos planes hubieran cambiado las reglas del juego. Esas reglas que tras la crisis financiera de 2007, que ha llevado al mundo al punto de desesperanza en el que se encuentra, no han cambiado y permiten que los pirómanos que incendiaron la economía mundial se hayan convertido en los bomberos de ellos mismos.
Menos mal que nuestro de Economía, el mismo que hace 72, 48, 24 horas decía con rotundidad que la crisis de Chipre no podía afectar a España al ser dos países muy diferentes en todo, se ha atrevido a ir a la cumbre de Bruselas para decir a sus colegas que sí no se resuelve el problema de los chipriotas la probabilidad de un contagio que afecte a las economías más débiles, como la griega, la irlandesa, la portuguesa, la española o la italiana es muy grande. Luis de Guindos sigue una de esas máximas que los periodistas gustamos de repetir entre nosotros para fustigarnos un poco: "no dejes que la verdad te estropee una buena historia".