Envejecida y gastada por siete años de deterioro mediático "la casta" ha muerto en el vocabulario de Pablo Iglesias y Pedro Sánchez para pasar a llamarse la “ trama de los “oscuros”, el poder en la sombra, los hombres del puro, hasta José María Aznar se ha dado por aludido; y el presidente del Gobierno les ha puesto nombre y apellido: Ana Botín e Ignacio Sánchez Galán, la presidenta del mayor banco español y el presidente de la mayor compañía energética.
os dueños del poder siguen siendo los mismos para el presidente del Gobierno y para el que fuera secretario general de Podemos; ambos desde ahora y hasta las futuras elecciones generales, autonómicas y municipales, el nuevo mantra que han lanzado a los suyos es "la trama", con apellido de “oscuros”. Puede que se haya inspirado en la película de Allen Hughes de 2013, que era más bien mala pese a los buenos actores que consiguió para encarnar a un malvado alcalde de Nueva York, su policía favorito y el agente con conciencia al que se le quiere "cargar" el muerto y nunca mejor dicho.
Cinéfilos como son, tanto Sánchez como Iglesias, que además se dice leído, hayan cambiado para el nuevo slogan propagandístico las caras de Wahlberg, Crowe y Zeta-Jones por los ojos ciegos del maestro Borges que, en 140 palabras, resumió la trama que acabó con Cesar por los puñales del hijo y los senadores, trasladando la sorpresa del asesinado al gaucho de la Pampa que en lugar de gritar aquello de " ¡tú también, hijo mío! tan sólo acertó a decir: "¡Pero, ché!".
El cuento del escritor argentino es simple, directo y sirve para que, con la base de la obra de Ruben Juste sobre la pastosa mezcla de poder político y poder económico en España, los líderes del PSOE y de Unidas Podemos, ahora representado por vicepresidentas, ministras y muchos directores generales vayan a desgranar los matrimonios de ida y vuelta entre las grandes empresas del Ibex y los partidos que se alternan en el poder. Nombres que entran y salen por las puertas giratorias de los consejos de administración hacía los consejos de gobierno para volver cuando su "misión" pública creen que ha terminado.
La oferta de Hollywood entretenía lo justo, más por las interpretaciones que por el guión y el mensaje que encierra, y que se concentra en una frase:" el poder político y la ambición y la soberbia de uno de sus dirigentes no se para ante nada para mantenerse y mantenerlo". El asesinato y la inculpación vienen desde Roma y toda la propuesta de Hughes se resume en el minicuento que en esos 140 caracteres habla de Bruto, de Shakespeare y Quevedo, nuestro gran burlón. El hijo que mata al padre antes de que este devore todo lo que le ha enseñado a defender.
Pablo Iglesias, al igual que Pedro Sánchez, estaban y siguen dispuestos a matar políticamente a sus padres ideológicos por mucho que en las circunstancias de crisis que les rodean pretendan, con mucho teatro, disimular sus intenciones, que en el fondo son los mismos. Cesar y el gaucho son Marx, Lenin y el Pablo Iglesias de la UGT y el PSOE primitivo junto al José Díaz que puso en pie al PCE republicano. Sueñan y mal sueñan con ese Senado del dinero que es el Ibex 35 al que colocan en el centro de todas las conspiraciones, en el centro de "la trama".
Ya tienen trabajo los 24 miembros de ese "gobierno en la sombra" que han creado como de la nada, el líder socialista y el único lider del conglomerado de Podemos que puede salvar lo de su extinción sin que sus sucesoras puedan hacer mucho por evitarlo. Nada de textos clásicos o narraciones de la América del Sur, la narración la ha puesto sobre la mesa un sociólogo de poco más de 30 años y un libro que hay que leer como un devocionario de los nietos de aquella revolución que en 1968 soñaba con playas de arena debajo de los adoquines de París.
Presume el sociólogo Ruben Juste de haber contado la "historia herética del poder en España". Convertir a la familia Botín, a los Entrecanales, a Florentino Pérez y a la clase política con la que han tenido que pactar durante 40 años, desde Felipe González y José Luís Rodríguez Zapatero a José María Aznar y Mariano Rajoy; y el resto de la compañía, en herejes me parece demasiado. A los herejes en este país los quemában los monjes de la Inquisición, que era y fue un instrumento nacido de la coyunda entre el poder político y religioso para hacer y deshacer en la economía a su antojo.