Aseguran en el PP de Feijóo y Ayuso ( monta tanto, tanto monta ) que van a recuperar votos de la abstención y que desde Ciudadanos les van a terminar de "devolver" los escaños que fueron suyos. En el PSOE de Pedro Sánchez se afanan por conservar al menos lo logrado en las últimas elecciones, conscientes que para volver a tener tres cifras de asientos en el Congreso tienen que dejar a Unidas Podemos en los “huesos”, algo que tiene su lado malo: para llegar a la mayoría absoluta a base de pactos tras las citas con las urnas necesitan que la hoy rota coalición de izquierdas que encabezan Ione Belarra e Irene Montero no desaparezca del todo.
En el conglomeradoo morado que se formó en torno a Podemos, y que intenta resucitar la vicepresidenta Yolanda Díaz con Sumar, las cuentas son más complicadas: todos aceptan que van a bajar de los 35 escaños pero casi nadie, ni ellos mismos, se atreven a pronosticar hasta dónde puede llegar la caída. Y en Ciudadanos firmarian mantener los 10 asientos en la Cámara, una ambiciòn que asume el estancamiento en el que se encuentran los seguidores de Ines Arrimadas.
Dado que el resto de formaciones se mantendrá en el entorno de los 35/40 escaños, tenemos que los cuatro grandes - PSOE, PP, Vox y UP - se van a repartir en el hemiciclo de la Carrera de San Jerònimo 300/310 sillones y que ninguna fórmula o suma de dos logrará llegar a los 176 escaños que se necesitan para cambiar España, para abordar los cambios estructurales y coyunturales que demanda y necesita nuestro país. ¿Dónde nos lleva esa conclusiòn matemática?: a que se va a necesitar un pacto a tres, como mínimo, los ya existente con otro color, para poder modificar la actual situaciòn, algo que en principio y vistas y oídas las declaraciones de los distintos líderes parece imposible.