NACIONAL

El gallinero de las encuestas y dinamita pa los pollos

Raúl Heras | Martes 06 de septiembre de 2022

En un año y medio la España que conocemos y que gusta cada menos a más gente va a cambiar y mucho. Eso parece. Me recuerda el nombre de un grupo de rock de los años 80, con las voces solistas de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, el resto de protagonistas será el coro.



Hay cinco partidos o formaciones, desde el PSOE y el PP a Vox y ERC que tendrán gran presencia nacional. En el Congreso y en el Senado se sentarán muchas caras nuevas. Doce Comunidades habrán estrenado gobiernos. Y en 8.093 Ayuntamientos se habrá producido un cambio de alcaldes. Eso desde mayo, para el gran concierto de las generales habrá que esperar unos meses más.
Parece que va a cambiar, pero no es cierto. Tenemos mucho ruido ambiental pero las nueces a repartir son las mismas y de forma muy parecida. La media de todos los sondeos que se han efectuado hasta ahora, incluyendo los del CIS insisten en que el PSOE puede perder 40 escaños para el Congreso exactamente los mismos que puede ganar el Partido Popular. Con esos mismos datos, Vox perdería entre 15 y 20, la suma de UP y allegados sería la misma y Ciudadanos desaparecería.
Ciento sesenta para cada uno de los dos grandes grupos de la izquierda y la derecha. Por un lado los socialistas y el enjambre en torno a Podemos; y por otro el PP y su necesario Vox. Y 30 escaños para el resto, que se mantiene de forma parecida a la que ya tiene, con el cambio de siglas en Cataluña, territorio en el que la subida de Esquerra conlleva una disminución del PDeCat o la antigua CiU, que viene a ser lo mismo.
Los 20 asientos catalanes serán más de izquierdas que de derechas pero representarán a los mismos deseos independentistas. Añadimos los 5 o 6 del PNV, los dos de Bildu y el uno de Coalición Canaria. Y la conclusión final: todo es apariencia, poco o nada va a cambiar. El árbol de las nueces se mecerá bajo los mismos impulsos.
Con los mensajes, la dureza, las descalificaciones, las mentiras y los ofrecimientos que se hacen a los ciudadanos ocurre lo mismo. Pueden cambiar las palabras, los adjetivos, las meteduras de pata de algunos de los candidatos más inexpertos que se dejan arrastrar por lo que ven y oyen a los jefes y no quieren quedarse atrás en las batallas.
Las exageraciones puntuales crecerán en la última semana - al igual que los datos de las encuestas - pero al final, todo se reduce a la misma crítica de unos hacia otros, al no escuchar al adversario, a ofrecer mucho más de lo que se sabe que no se podrá hacer.
En esa búsqueda de una canción o sintonía que les acompañe en los mítines y spots de televisión, hay un grupo vasco de mediados de los años ochenta cuyo nombre encaja a la perfección en el clima de estas elecciones: “Dinamita pa los pollos”. El explosivo lo ponen unos partidos y unos dirigentes cada vez más nerviosos; los pollos somos los ciudadanos, de eso no cabe la menor de las dudas.
Desde su pueblo natal de Ortuella tuvieron un razonable éxito durante cinco años. Y me quedo con su primer disco, que se edita en 1987 y que es toda una profecía de este 2019: “ Bienvenidos al gallinero”. Con las botas de montar, el Cadillac y unas rimas de Rockabilli, la voz de Javier Zaitegui y los coros de las “Bloody Marys”, las hermanas Torio, pueden encajar a la perfección en este sprint final de la primera de las campañas que ya han comenzado y que terminarán con la búsqueda de 350 congresistas y 208 senadores, pasados y encontrados los 394 diputados autonómicos y 68.230 concejales de finales de mayo.
Conectados por esa corriente inalámbrica que une las dos citas globales con las urnas, lo que ocurra en la primera afectará de forma muy importante a la segunda, hasta mayo y su después, cualquier cálculo que hagan las organizaciones tendrá un tanto por ciento de incertidumbre muy elevado.
Es difícil que quien haya votado en los comicios autonómicos y municipales a la hora de elegir a sus diputados autonómicos y a sus alcaldes, vaya a cambiar de forma radical. Si eso pasara, Sánchez o Feijóo tendrían que irse a casa. El relevo estaría más que justificado.
La gran incógnita está en el futuro de Vox, en sus resultados y en el poder que pueda conseguir y utilizar, bien para gobernar de forma directa o para “ayudar” a sus compañeros de viaje por más que a éstos les resulte incómodo. Sin mayoría absoluta, que aparece como un imposible para Feijóo, y los antecedentes que se han dado en Castilla y León y se darán en otras regiones, la llave final de La Moncloa para la derecha española estará en el bolsillo De Santiago Abascal. El uso que haga de ella es otra cuestión pero el precio será muy alto.