Cuando algunos gestos apuntaban a una rebaja de la tensión en el norte de África, resulta que no hay tregua y un país como Túnez, calculadamente neutral en el conflicto del Sáhara entre Marruecos y Argelia, ha cometido un error grave al enemistarse con Rabat.
Más allá de que el Sáhara es una cuestión sagrada para los marroquíes, el error del presidente de Túnez, Kais Saied, radica en invitar y recibir personalmente en el aeropuerto a Brahim Ghali, líder del Frente Polisario que, desde noviembre de 2020, se ha convertido en un grupo armado agresor contra Marruecos tras romper la tregua de 1991. No es sólo el líder de una organización separatista, es el responsable de los ataques armados que sufre Marruecos en el Sáhara, aunque sean esporádicos, pero hay un riesgo grave de que a alguien le interese que incrementen su capacidad.
Analistas políticos tunecinos y representantes de varios partidos políticos han comentado que la decisión de recibir a Ghali se debe a la presión argelina que ha chantajeado al presidente Saied con el flujo de gas y electricidad y reclaman volver a la política de neutralidad sobre el Sáhara y recuperar las tradicionales buenas relaciones entre Túnez y Marruecos.
El propio ministro de Asuntos Exteriores del Japón, promotor del simposio TICAD con los países africanos aseguró que “la presencia de cualquier entidad sospechosa en esta sala con nosotros, que Japón no reconoce como país, no cambia la posición de Japón sobre esta entidad”.
Argelia incrementa peligrosamente la tensión en el Magreb en un momento en que la aparente reconciliación con Francia tras la visita del presidente Macron significa una gran oportunidad de acercamiento a Europa, de la que depende económica y comercialmente, y alejarse de un tóxico aliado como es la Rusia de Putin. Macron evitó la trampa del presidente argelino sobre el Sáhara y afirmó que oficialmente el tema no se había tratado. Así se confirma en la Declaración de Argel que supone una asociación renovada entra ambos países.
Sin duda, lo más relevante es lo que no sabemos y que, en todos los temas, se conocerá con el tiempo. Macron, al igual que hizo casi al mismo tiempo en Rabat la ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, la verde Annalena Baerbock, expesó su enorme preocupación por la actividad rusa en el Sahel.
Baerbock dijo lo mismo que ha dicho el Gobierno español, el portugués, el holandés y otros europeos, americanos, africanos y árabes, sobre la buena opción que es el plan de autonomía para el Sáhara bajo soberanía marroquí presentado en 2007 por Rabat y que en los últimos meses ha concitado numerosos y relevantes apoyos internacionales.
El Gobierno político-militar argelino solo intenta castigar a España y ahora descoloca a Túnez.