NACIONAL

Bal termina con la última ilusión de Arrimadas y de Ciudadanos

Raúl Heras | Lunes 05 de diciembre de 2022
Inés Arrimadas, la que se dice a sí misma líderesa de Ciudadanos, no gana para sustos. Un día se queda sin representación de su partido en el Parlamento de Andalucía, otro se queda sin representaciuón en la Asamblea madrileña, su formación se parte en dos en Murcia y en Valencia, casi desaparece en Castilla y León y en Cataluña, está a punto de desaparecer en Cantabria y en La Rioja. Un sin vivir, una última ilusión que se deshace. Su escudero le ha abandonado en el campo de batalla.


l minúsculo Grupo Parlamentario de Ciudadanos en el Congreso tras las elecciones que llevaron al abandono a Albert Rivera er, hasta ahora, su pequeña “Caja de resistencia” de cara al año electoral que se avecina. Sus diez escaños, sus diez compañeros parecían dispuestos a acompañarla hasta el final. Y no ha sido así. De repente, su número dos, Edmundo Bal, a cuatro meses del Congreso del partido, le ha dicho en la cara que si quiere estar en las próximas listas electorales puede hacerle un hueco en la suya. Un bofetón con la mano abierta de los que duelen.
Si Ciudadanos tenía algún atisbo de esperanza para sobrevivir, la postura de Bal lo ha destruído. Algunos de sus dirigentes se salvarán políticamente a cambio de pasarse, lo antes posible, al Partido Popular, que ya ha dicho por boca de Núñez Feijóo y Elias Bendodo que los recibirá con las puertas abiertas. El abogado del Estado, rockero aficionado, amante de las motocicletas de gran cilindrada y marca histórica, que presume de cocinar bien y estar al tanto de sus orígenes familiares desde que Fernando el Santo era Rey de Castilla, allá por el siglo XII, con su papel de escudero en la Corte medieval, da lanzadas partido muerto.
En su descargo diremos que parece que quiere evitarle a Doña Inés el papel de enterradora de las siglas, esas que aspiraron a lucir sus colores desde lo más alto de ese castillo democrático que es el Congreso. Era su jefa y puede que hasta su amiga. Ahora los dos se enzarzarán en pedir, lograr, pactar, convencer a sus compañeros que la supervivencia pasa por la “muerte política” de los que han cabalgado juntos.
El fundador de Ciudadados, Rivera, le fichó en marzo de 2019 tras convertirse Edmundo Bal en el tormento fiscal de los grandes jugadores de futbol de la Liga española, desde Messi y Cristiano Ronaldo a Modric o Mourinho, por encima de la propia Fiscalía que le quitaría de su puesto tras ponerse a examinar con esmerado afan las palabras del consejero valencianista Costa dentro de la trama Gurtel. Suya fue la gran pregunta que inició la caída de los populares, plasmado en la moción de censura de 2018.
Se colocó justo en la mitad del tablero, entre los conservadores del Partido Popular y los socialdemócratas del PSOE. Lejos, muy lejos, lejísimo de todo lo que significara Unidas Podemos, la Cup o Bildu. Los extremos le producen urticaria política.
Votó a favor de la Ley del Sólo el si, es sí, pero ataca con dureza a Irene Montero. Crítica a Vox pero acepta viajar en alguna de las enmiendas que propone el partido de Santiago Abascal. Es una contradicción camino de la extinción política, como todo buen Cancer que se precie. El cangrejo - su símbolo astrológico - camina hacia atrás pero lateralmente.
Edmundo Bal es su mejor imitador pese a contar con su experiencia en el mundo de la inteligencia artificial, ese universo de logarirmos computacionales que en casos de consulta sobre los próximos resultados electorales le diría que si consigue lo que logró su compañero Francico Igea en Castilla y León, su propio escaño autonómico, sería todo un éxito. Después siempre quedará tiempo para negociar futuros mejores.

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