Hacer previsiones sobre lo que puede ocurrir durante el año que comienza es una práctica habitual con mayor o menor éxito en los vaticinios. En el caso del 2023 que estamos estrenando, la palabra que mejor lo describe es: incierto. No sabemos qué puede pasar en demasiados países, en numerosos conflictos, con las crisis económicas y con múltiples personajes que han logrado el poder.
La incertidumbre es el peor de los escenarios para la economía, y por tanto, para la creación y consolidación de puestos de trabajo de cierta calidad. Nos encontramos en una tesitura donde los efectos negativos de la globalización se cumplen porque en el mundo interconectado que hemos construido se transmite el temor y el miedo a lo que pueda ocurrir. El foco más nocivo para los intereses occidentales, sobre todo para los europeos, lo seguimos encontrando en la invasión rusa de Ucrania y el enfrentamiento con el presidente ruso que está utilizando todos los recursos a su al
La energía como el arma más valiosa se manifiesta diariamente en los hogares destrozados de millones de ucranianos que resisten sin luz, ni calefacción, ni agua, ni comida caliente, ni casi medicamentos. La pugna se traslada también a las economías europeas que sufren los cortes de gas y petróleo procedente de Rusia y en las familias donde, además, la subida de los precios de la cesta de la compra supone un grave problema añadido.
Putin no va a permitir salir derrotado de Ucrania, pero tampoco la OTAN puede asumir que el dictador ruso le doblegue el pulso, mientras podemos percibir que, en paralelo, la mayor disputa que está provocando una muy preocupante inestabilidad en el mundo es la que protagonizan las dos superpotencias. China y Estados Unidos se disputan la hegemonía internacional en el ámbito económico y comercial, pero sobre todo en la vanguardia de las nuevas tecnologías.
La carrera por cambiar el orden surgido tras la caída del bloque soviético el siglo pasado está incluyendo un rearme generalizado que ha provocado la alerta generalizada. China encabeza el incremento en el gasto militar creando una gran incertidumbre en Taiwán que solo se supera por el rebrote de la COVID y sus posibles efectos en todo el mundo.