A las tres, con larga experiencia en la televisión las “cogieron en sus horas bajas” y aceptaron el envite,l más ensoñación bien pagada que otra cosa. Vida personal - con cortes inevitables - viajes, lujo de andar por casa y producto dirigido a la misma audiencia que se se sentaba y se sienta ante el televisión para ver “Sálvame” y sus sucedáneos.
Tendrían que haber incorporado a Jorge Javier Vazquez como eficaz fauno, pero no lo hicieron y ese fue uno de los prmeros errores. Aquella aventura de los cuatro habría tenido su punto de interés dada la habitual y sana desvergüenza de la que hace gala el presentador Estrella de la cadena.
Era fácil de ver y entender que las semejanzas entre las mujeres de la amplia familia Kardashian y sus apariciones en las televisión norteamericana con nuestras Campos son tan mínimas que se limitaban a que sus supuestos “realities “ aparecían en las pantallas de los televisores. Se intentó alargar el experimento, pero. España no era, ni es Estados Unidos, ni la larga y numerosa familia norteamericana es transplantable a España.
A partir de esa premisa, el fracaso de sus vivencias en Nueva York o Miami tenía una gran y contundente explicación: los responsables se metieron en esos fogones con una buena materia prima pero que no supieron cocinar. Todo lo demás son argumentos para arrojar a la basura de la televisión. No parecen haber aprendido ya que lo siguen intentando con otras familias, que parecen sacados de los culebrones venezolanos, mejicanos o turcos. Estos últimos con un indudable éxito en España y que sirven para cambiar la imagen de la actual Turquía del presidente Erdogan. Un ejemplo más de los que MacLuhan llamada “ el medio es el mensaje”.
La que había sido lider indiscutible de las mañana televisivas,Teresa Campos, la que había demostrado su facilidad para llevar las riendas de un programa de sobremesa, Terelu y la directora dura tras las cámaras, Carmen, se dejaron manipular y sus “cocineros” presentaron uno de los peores, más ordinaries, chabacanos e injustos retratos de las tres que imaginarse pudiera. No se lo merecían, ni los merecíamos los espectadores. Algún envidioso - que en esta España son muchos y en esta profesión de los medios aún más - se alegró del fracaso, de esa degradación pública a la que les sometieron a las tres estupendas profesionales, a las tres mujeres de enorme personalidad que, con las sombras que a todos nos acompañan, habían demostrado desde hace muchos años antes que sabían hacer y muy bien su trabajo.
¿ Mala intención por parte de los creadores o imitadores ?, no. Simplemente se equivocaron y vieron que, en esas horas bajos que los humanos tenemosm la familia Campos aceptaría el proyecto con la esperanza de convertir su increible vida privada en un escaparate de la España del siglo XXI. Grave error que han pagado con creces y que, afortunadamente para Terelu y Carmen, con más humillación es por medio, al menos les han devuelto a unos aceptables puestos de trabajo.
Estoy seguro que la Teresa que conocí hace años, cuando comenzaba en la televisión andaluza junto a la que luego se convirtió en la última mujer del Nobel, José Saramago, y se fue a vivir a las Islas Canarias, Pilar Del Río, y la que demostró que era capaz de reinar en las mañanas de millones de hogares españoles, no se hubiera prestado a ese carnaval desnortado y sin gracia - salvo que se consideren graciosos los atracones de perritos calientes de Terelu o la obsesión por los dineros de Carmen - en el que ejerce de matriarca, al igual que no lo hubieran hecho la Terelu presentadora, ni la Carmen realizadora.
Todo lo demás, hasta este 2023 en el que la cadena de televisión parece que quiere replantearse sus formato tras el cambio en la presidencia , es producto del efecto dominó que la propia supervivencia económica y las necesidades profesionales de vanidad, que en la televisión se aprecian más que en otros medios de comunicación, llevan a aceptar la filmación de sus operaciones, sus comidas, sus nuevas y más gastadas apariciones. Más de lo mismo.
Menos mal que, tras su último tropezón amoroso con un argentino que hizo del chiste fácil y su bigote, de la mano de Chicho Ibañez Serrador, toda una declración de principios, Terelu y Cármen, han sabido meter en un cajón sus encontronazos públicos y se estén preocupando por su madre, una de las grandes matriarcas de la televisión de los últimos treinta años, a la que tenemos que rendirle el mejor de los homenajes, pero en pasado. Lo de saber retirarse a tiempo y más cuando las fuerzas no responden es toda una asignatura que María Teresa no supo o pudo aprobar.
Otro caso son Terelu, peor tratada por la televisión que muchas de sus compañeras y compañeros de plató y programa, y Carmen, que ha logrado “ a la fuerza” cumplir uno de sus sueños y expulsar de su rostro a una de sus pesadillas. Si la felicidad empieza por uno mismo, hay que darles a las dos un buen y merecido aplauso. Todos los caminos llevan a esa Roma estética que es el bisturí en manos de un escultor pero hay que saber cuando emplearlos cuando se trata del propio mármol.