NACIONAL

Junqueras y Aragonés, dos tramposos en busca de un imposible

Raúl Heras | Domingo 29 de enero de 2023
Lo han hecho este fin de semana aprovechando el 29 Congreso de ERC. El líder espiritual de la católica e independentista formación de izquierdas, el excarcelado y a la espera de su total rehabilitación política, Oriol Junqueras, y el presidente por “defecto” de la Generalitat, Pere Aragonés, han engañado a sus militantes con una promesa imposible de cumplir. Se han comportado como dos tramposos que, con pleno conocimiento de lo que están haciendo, no dudan en hacer trampas con la única justificación de intentar mantener el poder que han conseguido tras los últimos desastres electorales del resto de partidos y formaciones.

nsisten en que se va a producir un “ Referendum pactado” en Cataluña, o lo que es lo mismo que va a haber un acuerdo con el Gobierno de España para celebrar una consulta en la que se pregunte a los ciudadanos de las cuatro provincias si quiere seguir dentro o fuera de la Nación a la que llevan perteneciendo, con más o menos ganas, con más o menos diferencias respecto al resto, con más o menos lealtad a lo aprobado en las distintas Constituciones, desde hace quinientos años.
Colocan la línea decisiva,, además, tan baja que sería muy fácil de saltar, por lo que ya, de entrada, será imposible, por mucha buena voluntad o muchas tragaderas que se tenga en el Gobierno Central y en el conjunto de las fuerzas politicas y territorios del Estado. A Junqueras y a su apostol Aragonés, les bastaría con que en ese Referendum votarán el 50 por ciento de los catalanes y que el sí a la independencia obtuviera un 55 por ciento de esa participación.
Traducido en números: del total de la población de Cataluña, un poco más de siete millones y medio, tienen derecho al voto cinco millones seiscientos mil. El 55% del 50%, que para los líderes de ERC sería el mínimo necesario para avanzar en su proyecto, representa tan sólo dos millones setecientos cincuenta mil personas. Más perversión de la propuesta: se conformarían con que votaran tan sólo dos millones ocho cientos mil catalanes, del total de los ciudadanos que aparecen en el censo de Cataluña, y que las papeletas del sí fueran apenas un millón y medio.
Los dirigentes de ERC quieren imponer a siete millones y medio de compatriotas, al margen de la voluntad de 46 millones de españoles que formamos el total de nuestro país, la voluntad de querer ser independientes de un millón y medio. La seriedad de la propuesta hecho este fin de semana durante el Congreso de la formación en Lleida se descalifica por sí sola. No hacen falta más argumentos. Como ejemplo último, el Referendum por la independencia de Escocia, celebrado el 18 de septiembre de 2014, tuvo una participación del 84,6% de los escoceses con derecho a voto, unos cuatro millones y medio de ciudadanos, y ganó el no con un 55,3 %. Hoy, ocho años después, Nicola Sturgeon, al frente de Partido Nacional Escocés, quiere volver a plantearlo.
Escocia y Cataluña no se parecen en nada, ni por historia, ni por tamaño, ni por desarrollo, ni por sus derechos autonómicos, pero las minorias independentistas siempre reivindican unos derechos históricos que les hacen mirar al pasado en lugar de ofrecer un futuro mejor a los que viven con ellos en esos mismos territorios. Se pueden mirar más ejemplos pero no merece la pena. Lo que está en juego son los privilegios de una minoría frente a la voluntad de la mayoríañ.

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