Fernando Jáuregui | Martes 21 de octubre de 2014
A veces me sorprende que alguien tan placeado en las lides políticas y comunicacionales como Alfredo Pérez Rubalcaba pierda buenas ocasiones de gol. La de este miércoles ha sido una de ellas: enorme expectación provocó su comparecencia ante los periodistas en el Congreso de los Diputados, nada menos que tras la votación de las enmiendas a los Presupuestos. El sabía que ninguno le preguntaríamos por ese tema, que era el que formalmente le había llevado con nosotros. Si no le interrogaron mis colegas diez veces por su futuro político, bajo las formas más refinadas, no se lo preguntaron ninguna. Y, de hecho, a ninguna respondió.
El 'yo sigo' es, a estas alturas, difícilmente creíble e imposible de aceptar; ni una mención a una conferencia extraordinaria, a un futuro congreso que haga surgir programas e ideas revolucionarias. El PSOE no solamente ha de afrontar una especie de Bad Godesberg del siglo XXI, sino que tiene mucho que cambiar en cuanto a formas; no sé si Rubalcaba confía en sus asesores en materia de comunicación e imagen, pero, si lo hace, debe dejar de hacerlo, o viceversa si no lo hace.
Esta esperada comparecencia fue, en mi opinión, un pequeño desastre, y porque aprecio de veras y de largo a Rubalcaba, a quien reconozco lo inmenso e ingrato de su actual labor, lo digo. Rubalcaba tiene que pelear no por quedarse como si tal cosa, sino por quedarse el tiempo necesario para que todo cambie y nada, incluyéndole, siga igual. La magnitud de la catástrofe, que no afecta solo, pero sí principalmente, al PSOE, es tal que, cuando las encuestas inquieren si el preguntado confía en el presidente del Gobierno, el 80 por ciento dice que 'poco' o 'nada'; cuando la pregunta versa sobre el líder de la oposición, un 83 por ciento dice también que 'poco' o 'nada'. Y es que no solamente hay que cambiar las formar de gobernar de una manera drástica; también las formas de hacer oposición, y hasta las formas de llegar a acuerdos entre ambas partes, que buena falta nos va haciendo.
Me pregunto para qué diablos salió Alfredo Pérez Rubalcaba ante los medios. Quizá por lo mismo por lo que seguramente consideraría este comentario, si lo leyera, como un ataque inspirado desde 'el otro bando'. Y así, tan cainitamente, tan rutinariamente, marcha la cosa política en este país nuestro, tan azotado por los vientos.
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