NACIONAL

Vencer en las urnas es sólo el primer paso: hay que sumar sillones

Tur Torres | Viernes 17 de febrero de 2023
En la noche del 28 de mayo se sabrán los resultados electorales de las 12 Comunidades autónomas que se juegan su futuro, y el de los mlles de Ayuntamientos que harán lo mismo. Salvo en aquellos en los que alguno de los contendientes logre mayoría absoluta, la victoria o la derrota se medirá en la formación de los gobiernos a través de los ineludibles pactos. Lo mismo que ha ocurrido en Castilla y León. Serán vencedores en precario hasta que se sumen y negocien los sillones del poder.

El PSOE tiene abiertas dos puertas: por la izquierda con el abigarrado universo de Podemos, por la derecha con los restos de Ciudadanos. Lo mismo le ocurre al PP, con Vox a su derecha y los otros restos de Ciudadanos a su izquierda. Las dos fuerzas que tienen sólo una alternativa son Podemos, obligado a pactar con el PSOE a nivel nacional ( en la Comunidad Valenciana, en Cataluña, en Euskadi y en Galicia tienen alternativas nacionalistas ) y Vox que como única referencia de pactos tiene al PP. Si dejamos fuera del ámbito autonómico en las elecciones de mayo a Cataluña, País Vasco, Galicia, Andalucía y Castilla y León, las negociaciones se centrarán en las grandes capitales, con Madrid, Barcelona, Sevilla y Valencia a la cabeza.

Lo básico para cualquiera de los partidos es conseguir representación en escaños y concejales. A partir del número obtenido se negocia. De ahí la importancia de “pasar” el umbral del 5% en votos. Si te quedas fuera tus apoyos electorales pasan a valer cero. Es lo que le ocurrió a UPyD con sus 29.812 votos y a Izquierda Unida con sus 27.651 en el Ayuntamiento de Madrid en elecciones pasadas. Si cada uno de ellos hubiera conseguido un concejal - que estuvieron rozándolo - el partido que fundara Rosa Díez habría tenido en sus manos el nombre de la alcaldesa y hasta es posible que en lugar de Manuela Carmena hubiera estado Esperanza Aguirre. Su sucesora en esos cometidos, Begoña Villacís, se enfentará al mismo dilema si consigue mantenerse en el Consistorio y aún más si está acompañada. Es la última esperanza de supervivencia de Ciudadanos y es posible que, de ser así, hasta su único asiento falta un gobierno municipal.

La historia política de la capital del Reino no sería la misma, ni durante los pasados ocho años, ni ahora. Es más que posible que Manuela Carmena, antes de perder en 2019 frente a Martínez Almeida, se hubiera retirado dejando vía libre y sin cortapisas a las ambiciones de los compañeros de Pablo Iglesias que, quién sabe, a lo mejor tampoco se hubiera peleado a muerte con Iñigo Errejón. Y es seguro que la presencia de Esperanza Aguirre en los órganos de dirección y decisión del PP, en lugar del ir y venir de sus sucesores, hubiera arrojado otros datos sobre el PP, al igual que habría pasado con todos los efectos que causaron los ascensos y caídas de Cristina Cifuentes, y por supuesto en la inclinación de la balanza entre Soraya Sánez de Santamaría y María Dolores Cospedal con el triunfo final e inicialmente inesperado de Pablo Casado. Luego se vió que aquella Tercera Via de la derecha estaba condenada a ser saboteada desde dentro.

Lo importante no son los miles devotos que el PP va a sacar al PSOE y a Unidas Podemos, ni la enorme diferencia de los cuatro que lograron concejales respecto a los dos que se quedaron a las puertas con los últimos restos. Lo crucial estuvo y está en conseguir un asiento. A partir de ese dato, a veces sustentado en unos centenares de votos, el poder de los pequeños se puede convertir en muy grande, tanto a la izquierda como a la derecha. Madrid, que es una de las grandes batallas del próximo mayo, si dirimió por un único concejal en 2015. Ahora las cosas han cambiado y puede que mucho.

Si Vox quiere mantener su ascenso e influencia tras la montaña rusa en la que está subido santiago Abascal, desde el centro neurálgico de la derecha política española necesita ser clave en los dos niveles madrileños, el de la Comunidad y el del Ayuntamiento. Sus votos “robados” van a llegar tal y como señalan las encuestas desde el PP y puede que hasta desde Ciudadanos. Si logra la representación suficiente para sustentar una mayoría de gobierno, y a la vista de lo ajustado que fue hace cuatro años la formación de los dos, mirará las más futuras elecciones generales con un gran campo de maniobra. En caso contrario puede que lo conseguido en Castilla y León se convierta en una sorpresa agradable pero pasajera.

La presidenta Ayuso y el alcalde Almeida tienen que lograr que su lista sea superior a la unión de las izquierdas. Es muy difícil que lo logren en solitario, de ahí a la importancia de los pactos que tengan que firmar con Vox, que servirán de hoja de ruta para el presidente del partido y candidato a La Moncloa, Núñez Feijóo, el hombre que tiene la misión de lograr el triplete del poder dentro de la derecha española para Galicia, tras los pasos de Manuel Fraga y Mariano Rajoy.

Si, por un lado, la división del espectro político ofrece más alternativas a los votantes, más opciones para evitar la abstención, una excesiva fragmentación puede dejar en la cuneta a una parte de los parlamentarios y concejales que van en las ansiados listas, sin que se incremente en igual medida el número de los que consiga la candidatura a la que representan. Uno menos por los efectos de la Ley D`Hont y adiós al poder tan duramente defendido o deseado. De nada habrán servido la clara victoria por votos en las urnas y las estrategias electorales si no se traducen en escaños parlamentarios y municipales.

Los argumentos madrileños son válidos para el resto de España. Basta con cambiar nombres y formaciones políticas. Victorias, derrotas, situaciones personales, ambiciones dependerán del éxito en las negociaciones que vendrán tras el cierre de las urnas del 28 de mayo, negociaciones en las que la voluntad de las direcciones nacionales del PSOE y del PP, sobre todo, se tendrá que reflejan pues tanto Feijóo como Sánchez se estarán jugando su propio futuro.


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