Para nuestra desgracia como país, los dos españoles más representativos que tenemos en Europa, Luis de Guindos y Josep Borrel, ya han demostrado y con creces que saben mentir, mal, pero les da igual. El primero de ellos, Luís de Guindos, número dos del Banco Central Europeo y ex ministro de Economía, Industria y Competitividad del Gobierno con Mariano Rajoy durante dos años, nos mintió a todos los españoles de forma descarada asegurando que no nos costaría ni un euro las ayudas a los bancos. Aproximadamente sesenta mil millones de mentiras que le consiguieron el gran premio de sentarse a la sombra de Christine Lagarde, la francesa a la que tampoco se le da mal del todo decir una cosa antes de hacer todo lo contrario. La mentira es connatural a la política.
La historia de Luís de Guindos, los bancos, el dinero, la más que pracaria salud financiera de Europa en general y de España en particular, con una deuda pública que sobrepasa el billón y medio de euros, es una de las razones que explican el año de guerra en Ucrania y que sirve para unir a este avispado oteador de los intereses de los grandes bancos, a las órdenes de la poderosa política francesa, quien, sin despeinarse pasó de dirigir el Fondo Monetario Internacional a presidir el BCE, con nuestro otro protagonista, más de actualidad, ex-ministro de Asuntos Exteriores del Reino de España , también durante dos años, pero dentro del Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero.
Su nombre: Josep Borrell, nada menos que Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, y vicepresidente de la Comisión que preside la alemana Ursula von der Leyen. Un cargo de nombre muy largo pero que se puede resumir en el de portavoz, apostol, defensor a ultranza, visionario del futuro y, por encima de todo, partidario de mantener una guerra con cientos de miles de muertos sin molestarse en plantear otras alternativas a la invasión de Ucrania por parte de Rusia y al permanente deseo de las dos partes de dejar muy claro que la ONU, ese organismo creado para defender la paz mundial, no sirve para nada.
Decir que Rusia, la actual, la de Vladimir Putin, es culpable, recuerda y mucho las palabras que el entonces ministro de Asuntos Exteriores de Franco, su concuñado, Ramón Serrano Suñer, pronunció el 24 de junio de 1941 desde el balcón de la Secretaria General del Movimiento, en la madrileña calle de Alcalá, antes de enviar a la División Azul a combatir junto a las fuerzas alemanas en la invadida Rusia: “Rusia es culpable, culpable de nuestra guerra civil, culpable de la muerte de José Antonio, nuestro fundador, y de la muerte de tantos Cámara días y tantos soldados caídos en aquella guerra por la agresión del comunismo. El extermino de Rusia es una exigencia de la historia y del porvenir de Europa”.
Dos semanas más tarde los voluntarios para ir a combatir al frente ruso, antes de subir se al tren en la estaciópn del Norte, que les llevaría hasta lo que hoy es la frontera entre Ucrania y Rusia, el hombre que había negociado el encuentro en Hendaya entre Hitler y Franco aún tuvo tiempo para una íltima consigna a los españoles que creían sin ninguna duida que se marchaban a cinco mil kilómetros para castigar a los rojos: “ vais a defender los destinos de una civilización que no puede morir, ya construbuir a la fundación de la unidad de Europa. Vais a combatir junto a las mejores tropas del mundo”.
La Falange aportó 9.154 voluntarios mientras el Ejército, que acababa de ganar una guerra, aportó otros 7.292 soldados. La deuda que tenía la España de Franco con la Alemania de Hitler se redujo en 140 millones de marcos; y el dos de abril de 1954, trece años más tarde, el barco griego Semiramis desembarcó en el Puerto de Barcelona a los 291 supervivientes de la División Azul. En el diario Arriba y en el resto de los periódicos sometidos a la propaganda del Régimen los titulares se limitaron a destacado que aquellos “ héroes regresaban del infierno “.
Ni la Europa de Von der Leyen es la de 1941, ni la España de Franco es la de Pedro Sánchez, ni Josep Borrell es Serrano Suñer, pero las frases vertidas por uno y otro, sus argumentos, sus proclamas a favor de más armas e incluso la posibilidad de enviar soldados españoles a luchar contra Rusia - que agoreramente anunciaba la responsable de Podemos y ministro, Ione Belarra, y no desmentía de forma categórica Pedro Sánchez - llevan a pensar que las diferencias entre el inicio de la II Guerra Mundial y el inicio de la guerra en Ucrania son muy pequeñas.
Para el responsable de la diplomacia exterior de Europa no se trata de buscar un camino para la paz, se trata de destruir Rusia para que Europa sea más libre. Borrell es un hombre inteligente, con mucha experiencia, tan soberbio en sus actitudes como fiel hacia los que considera sus jefes. Su pretendida defensa de Ucrania y de Volodomir Zelensky me parece tan falta de rigor, tan oportunista, tan falsa y diría que ignorante, como la que realizaba hace ochenta años el fiel consejero de Francisco Franco.