El primero puede que se gastara parte de su sueldo público en alcohol, cenas y prostitutas acompañado por otros parlamentarios del PSOE. El segundo, mucho más importante, le ha hecho a tres meses de las elecciones una auténtica “moción de censura” económica y financiera, que ya cuenta con muchos más apoyos que la del duo Ramón Tamames- Santiago Abascal.
La iniciativa de Rafael del Pino, una de las grandes fortunas de este país, cuya empresa estrella, la constructora Ferrovial, pagó en 2021 en impuestos 378 millones de euros, ha dejado de ser española. A partir de ahora su domicilio social estará en Amsterdam, en la misma ciudad en la que ya está la sociedad, con cuatro empleados y 200 millones de capital social, que controla el propio Del Pino y sus hijos, Rijn Capital, y las terminales que llevan a Malta, Chipre e Islas Vírgenes, todas ellas auténticos paraísos fiscales.
El presidente de Ferrovial, que se ha enfrentado en más de una ocasión a los grandes fondos de inversión que operan en nuestro país y con acciones de su empresa, desde Black Rock a Lazard sin que le temblara el pulso, llevaba meses preparando el “salto” a Holanda, prácticamente desde que en 2015 el 40,8 por ciento del capital que detentaban los cuatro hermanos desde la muerte del fundador se repartió en otras cuatro sociedades, cada una de las cuales representaba a un miembro de la familia: Rafael, a través de Rijn Capital se quedó con el 20,1% tras negociar un intercambio con el italiana Mediobanca; María se quedó con el 8,09% dentro de su Sicav Menosmares; lo mismo hizo Joaquín y su 2,54% con Soziancor; para terminar con Leopoldo y 8,29% a través de Siemprelara. El resto, un n1,29% quedó en Casa Grande de Cartagena.
Rota la primitiva sociedad familiar el rumbo de Rafael del Pino nada ha tenido que ver con el de sus hermanos, ni desde el punto de vista personal, ni empresarial. Dos años más tarde se divorciaba con escándalo incluído de su segunda esposa, Astrid Gil Casares, con la que llevaba casado diez años y tenía tres hijas. Mientras ella se dedicaba a escribir guiones cinematográficos y a escribir novelas, alejada de sus inicios financieros en la Banca Rostchild de Londrés, el empresario conseguía que el 80 por ciento de los ingresos de Ferrovial provinieran del ámbito internacional.
Países Bajos, co sus impuestos y fiscalidad más próximos a lo considerado como un “Paraíso Fiscal” dentro de Europa era una tentación demasiado fuerte, sobre todo cuando las imposiciones fiscales en España aumentaban y amenazaban con seguir aumentando. Incluso el Ibex 35 era un estorbo para su crecimiento. Mejor cotizar en Wall Street como una compañía holandesa que como un holding español. Y si Astrid era sobrina nieta del general Alfonso Armada, él no era menos en el ámbito militar al ser primo segundo del teniente general Milans del Bosch. Nada que ver ninguno de los dos condenados por el 23 F con el general de la Guardia Civil, Francisco Espinosa Navas,que aparece en el caso “Mediador”.
El miedo o los miedos a los efectos combinados de ambas informaciones ha llevado a los miembros del Gobierno, desde la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, a la líder de Podemos, Ione Belarra, pasando por Yolanda Díaz y la titular de Hacienda a atacar con dureza la decisión de Rafael del Pino, mientras que el ministro de la Presidencia, Felix Bolaños, y el portavoz parlamentario del PSOE, Patxi López, eran los encargados de responder por los desafueros cometidos por su ex compañero y los que aparecen como cómplices para lograr favores, aunque éstos sean tan cutres como son las contrataciones de prostitutas y las comidas en restaurantes de lujo de Madrid. Muy lejos de los viajes a Papúa Nueva Guinea en alguno de sus tres lujosos yates con los que el presidente de Ferrovial agasaja a sus amigos.
En el tatuado cuerpo de la rubia Astrid aparecen el nombre de sus tres hijas, un enigmático número cinco, varios símbolos vikingos y una frase de Winston Churchill que bien podrían aprender se memoria todos los miembros del Gobierno: “ I have nothing to offer but blood, toil, tears and se wear”, que traducido al español ya ha quedado como una de las grandes frases que el que fuera Primer Ministro de Isabel II al comienzo de la II Guerra Mundial ofreció a sus conciudadanos: “ no tengo nada que ofrecer salvo sangre, trabajo, lágrimas y sudor”.
Al final de la contienda Gran Bretaña junto al resto de los aliados, con USA a la cabeza, habían ganado la guerra y Churchill tuvo que abandonar su cargo vencido por su compañero del partido conservador británico, Anthony Eden. A veces las victorias, como señaló Felipe González en 1996, pueden ser muy amargas y en las diligencias 70/2019 de la Fiscalía Anticorrupción pueden encontrarse caminos que llevan a que en el número 125 de la calle Keizersgracht, en Amsterdam, se lleven su propio susto, con rubia de pelo corto y divorciada por medio.