En torno a ese nombre, “Sumar” se han ido “sumando” todos los críticos y adversarios internos de Pablo Iglesias, también todos los representantes del antiguo Partido Comunista y de Izquierda Unida, todos los que prersienten que la fuerza inicial del 15-M como instrumento político ha llegado a su final. Pablo Iglesias disfrutó de las mieles del poder durante quince meses, los que van de enero de 2020 a marzo de 2021. Luego el largo adiós de la derrota electoral en las elecciones autonómicas de Madrid de mayo de 2021 y el intento de “ gestionar en la sombra” la batalla de Irene Montero, Ione Belarra y Lilith Verstrynge contra Yolanda Díaz, la elegida para una sustitución pactada con Pedro Sánchez, y una convivencia imposible dentro de Podemos.
Si la egolatría del profesor de Ciencias Políticas convertido en lider político era muy considerable, la de la abogada laboralista que, por fín, se convertirá en candidata de la nueva izquierda a la izquierda del PSOE, es muy superior. Ella, Yolanda, está a la cabeza de un movimiento ciudadano que hoy por hoy no existe, al frente de una serie de pequeños partidos que por sí sólos no opbtendrían resultados electorales y presencia institucional, que deben seguirla en su camino hacia las urnas para, al final, intentar ayudar al PSOE de Pedro Sánchez a mantenerse en el poder.
Si dejamos a un lado las casi siempre, por ser generosos, declaraciones de Patxi López o Félix Bolaños, sobre la necesidad de mantener a una formación a la izquierda del PSOE que consiga los escaños suficientes para gobernar frente a la derecha, la realidad es que todo aquel español con derecho a voto, que quiera ejercerlo con la nariz más o menos tapada, pero con el objetivo de “parar a la derecha de Feijóo y Abascal”, no tendrá más remedio que utilizar el voto útil y dárselo a las listas socialistas. La fragmentación que ya ha causado Yolanda Díaz y que tiene su origen en los errores sucesivas de Pablo Iglesias, es imparable. Salvo que los restos de Podemos se pongan de rodillas y acepten la “única verdad” de la hoy vicepresidenta segunda.
Considerar que su esperada y segura presentación como candidata de un supuesto movimento ciudadano de izquierdas en la España de 2023 es una “cita histórica” y que el Domingo dia dos de abril “comienza todo” es un ejercicio de egolatría difícilmente superable y de una falta de rigor histórico que sólo puede conductor al desastre. El hiper liderazgo que utilizó Pablo Iglesias para obligar a marcharse a Iñigo Errejón, Carolina Bescansa y al resto de dirigentes fundacionales de Podemos es el mismo que ya está utilizando la persona a la que su “largo dedo” convirtió en su sucesora al lado de Pedro Sánchez, el más listo, más duro y más flexible en sus movimientos que todos los demás.