El presidente del Real Madrid ya es el presidente más importante de la historia del club blanco, por encima de Santiago Bernabeu y del resto de presidentes que lo han sido en el largo entreacto que va del uno al otro. Nada tiene que ver el club que se convirtió en el mejor embajador de España durante el franquismo gracias a sus seis victorias en Europa, con el club que se dispone a inaugurar uno de los mejores centros deportivas, hoteleros y de ocio del mundo. Mérito indudable de Florentino Pérez, el hombre que ha convertido el palco presidencial en un oscuro objeto de deseo.
Si fue Manuela Carmena y su equipo los que sucumbieron al encanto de Florentino, que logró cambiar toda la estructura urbana de esa zona de ese bulevar que es la Castellana, el actual alcalde ha terminado por entregarse totalmente al hechizo blanco que emana desde el palco de estadio. Que fuera más alto, más grande, más fuerte ya estaba aprobado con ese lenguaje administrativo que permite cambiar el resultado final antes de que se produzca. Aquello que autorizó la alcaldesa de Más Madrid, ante de que Más Madrid dejara de ser parte de Podemos, lo ha ampliado el actual alcalde del Partido Popular, Martínez Almeida, con el msmo donaire de que hace gala en cada una de sus intervenciones públicas.
El legendario presidente, Santiago Bernabeu, no hubiera querido tanto, ni tanto le habrían dado los ediles de la Villa y Corte. Mérito del hombre que una vez, hace 36 años, quiso ser ministro. El nuevo estadio junto al Paseo de la Castellana competirá de igual a igual con el Museo del Prado en cuanto a número de visitantes y será mucho más rentable para el club y para la capital del Reino. Eso ocurrirá a finales del mes de diciembre de este 2023. Florentino Pérez quería, para esa ocasión, presentarse con una Champión o Copa de Europa más en su bolsillo que su gran rival en la historia blanca, Bernabeu, inalcanzable éste en el número de Ligas ganadas.
Como no se trata sólo de trofeos, el gran sueño del actual presidente era que su equipo consiguiera ese triplete que tan sólo tiene el Barcelona: Champión, Liga y Copa del Rey. Ese es el gran bulevar por el que caminan los grandes clubs del Mundo. Y así empezó la temporada, cargado de esperanzas. Hoy, a dos meses de que termine todo lo que está en juego, puede que el dulce sueño se convierta en pesadilla y que lo que suene dentro de la cabeza del presidente y de una gran mayoría de los socios, en el super estadio, sea la canción que compusieron,en honor de la mejicana Chavela Vargas, el cantante de " Los Secretos ", Alvaro Urquijo, que puso la música, y Joaquín Sabina, que puso la letra: " Por el bulevar de los sueños rotos".
Un buen alumno del colegio de los Escolapios, como es el ingeniero de caminos y fugaz político que es Florentino Pérez, debe creer en los milagros, por lo menos hasta que la realidad le demuestre lo contrario. Son tres los que necesita el Real Madrid que entrena Carlo Ancelotti. En la Champión eliminar al Chelsea en los próximos cuartos de la competición; luego en semifinales hacer lo mismo con uno de los dos favoritos, el Bayern o el Manchester City, que ya habrán combatido entre ellos, o con alguno de los otros cuatro que siguen en la pelea por el trono del futbol europeo, el Napoles, el Milan, el Inter y el Benfica. Y el 10 de junio, la final, en el Estadio Olímpico de Estambul.
Antes de llegar a ese momento, el seis de mayo y en Sevilla frente al inesperado y hambrientos de títulos Osasuna, tendrá que ganar su tercera Copa del Rey, la menor de las coronas furbolísticas que se juegan cada temporada pero que sirve para consolarse o para gritar muy fuerte quién es el Rey del balón. Los navarros ya han demostrado que son, como en la canción, duros de pelar.
El camino más difícil y casi imposible de recorrer tras tantos tropiezos a lo largo de los últimos meses, la mayoría sin justificación si nos atenemos al Presupuesto del club y al coste de las nóminas del entrenador y los jugadores, es el de la Liga, el gran bulevar en cuyo final aparece cada vez más grande la sombra del Barcelona, y a cuyas costados aparecen de forma inquietante el Atlético de Madrid y la Real Sociedad de San Sebastián. El primero está a trece puntos mientras que el tercero e incluso el cuarto en esa escalera te pueden amargar aún más la celebración.
Es posible que la temporada se cierre con un cero en el capítulo de los títulos, si dejamos el Mundial de Clubs a un lado, que en junio se habrá perdido en la memoria del tiempo. Florentino y Carlo necesitan que los diez partidos que faltan se ganen; que se venza al Athletic de Bilbao, al Sevilla, al Rayo Vallecano, al valencia, al Getafe, a la Real Sociedad, al Almeria, al Girona, al Celto y, en la última jornada, el 14 de abril, al Cádiz. Podrían hacerlo sus jugadores pero es más fácil apostar a que no lo harán.
Si ese milagro de resultados se produjera, no bastaría. El Barcelona tendría en ese mismo periodo de diez partidos perder tres o cuatro y empatar al menos cinco. Una o dos victorias tan sólo para el equipo de Xavi Hernández y Joan Laporta. Todo es posible pero muy poco probable. Las apuestas hoy estarían a favor de ganar en Sevilla al Osasuna; y de quedar eliminados en Europa ante alguno de los tres equipos italianos, los dos ingleses, el aleman y el portugués. Es verdad que el Madrid ha conseguido resultados que parecían imposibles en la Champion y que sus jugadores se transforman pero los límites de su juego están cada día más claros y necesitados de varios cambios en cada una de sus líneas, por más méritos que tengan cada uno de los miembros de la plantilla. Lo de la Liga se presenta como intentar escalar el Everest en invierno.