Isabel Díaz Ayuso tuvo que recurrrir en demasía a la “chuleta” que le habían preparado cuando su “virtud política” se basa en la espontaneidad con la que se mete y consigue salir en los charcos que le aparecen en el camino. Iba de futura ganadora y tan sólo tenía que evitar las equivocaciones, algo que en un escenario de cinco protagonistas, con cuatro de ellos atacando a la quinta, es muy fácil. Cumplió a la espera de si tiene o no que recurrir a Rocío Monasterio para ofrecerle una vicepresidencia, que desde Vox, si son necesarios, no se van a conformar con menos.
El Secretario General del PSOE madrileño, Juan Lobato, quiso volar sobre el futuro tecnológico mientras los demás navegaban por el presente Inmobiliario . Demasiados dibujos futuristas de una comunidad idílica en la que la innovación y la nueva economía de la IA va a brotar como por encanto o de las arcas públicas, algo que sonó tan a quimera como sonaron a quimera las divisiones estratégicas de los desarrollos de Mónica García.
La izquierda madrileña, en su conjunto, sigue viviendo en otro mundo, para su desgracia y la de todos los que la votan. Tal vez por ello, el presidente Sánchez, al que terminaron refiriéndose los cinco contendientes, haya cambiado tantas veces de rumbo y se haya acoplado a una realidad geoestratégica y mundial en la que se tiene que mover España. Estamos en Occidente, en Europa, con una dependencia demasiado grande pero real de Estados Unidos, y teniendo que hacer equilibrios entre la superpotencia asiático y global que es China y un pasado tan mal administrado como es la América Latina.
Pedro Sánchez, por mucho que les pese a la gran mayoría de los actuales y pasados dirigentes del PSOE, está haciendo exactamente lo mismo que ya hizo Felipe González. Acomodarse a los tiempos, que esos sí han cambiado.
Desde el histórico 26 de septiembre de 1960, cuando en la emisora de televisión norteamericana CBS John Fitgerald Kennedy derrotó a Richard Nixon, para después ganar en las urnas, todas las elecciones, en todos los países, convirtieron los llamados debates en la televisión y los spots pidiendo el voto, en el centro de atención de las campañas de los candidatos. Hasta ahora, que han aparecido las redes sociales y una gran mayoría de los votantes más jóvenes no se sienten atraídos por la televisión y los mensajes que desde ella se lanzan.
Aún así, si Ayuso, García, Lobato, Monasterio y Jacinto se hubieran molestado en ver y analizar lo ocurrido en aquellos Estados Unidos de 1960 y ante 66 millones de espectadores, no habrían cometido los errores que cometieron este martes. Con un dato para que lo piensen hasta el mismos día 28: en las encuestas posteriores al debate ( uno contra uno, no cuatro contra una ) los que lo habían seguido por la televisión dieron como ganador a Kennedy; sin embargo, los que lo hicieron por la radio dieron como vencedor a Nixon. La imagen terminó imponiéndose a las palabras.