Así miramos a la Cataluña municipal, quwe es la que ahora está en juego, la Esquerra del duo que forman Pere Aragonés y Oriol Junqueras llega un tanto agotada mientras el nuevo avance impetuoso en cuatro idiomas de Carles Puigdemont desde Bruselas, y sus seguidores desde los cuatro puntos cardinales de Cataluña pueden introduce una variante en loos resultados finales que muchos habían dado por superada.
Puede que hasta se produzcan triples empates en algunos municipios, lo cual les permitirá a los líderes asegurar que han ganado mirando los datos reales en las cuatro provincias, los 311 de Barcelona, los 221 de Gerona, los 231 de Lérida y los 184 de Tarragona. Veremos hasta dónde puede remontar el PP, hasta dónde llega el españolísmo de Vox y qué queda del centrismo esperanzador de Ciudadanos. Dentro del ámbito independentista, los resultados de ERC, Junts y la Cup servirçán para medir hasta qué punto los ciudadanos catalanes desean o no someter a Referendum su futuro.
En ese podio imaginario estará Salvador Illa y el PSC, a quien por mucho que empujen los sondeos y los compañeros de Madrid reunidos en torno a ese binomio entre la luz y las sombras que forman Pedro Sánchez y José Luís Rodríguez Zapatero, sueña con la la imposibilidad de que los tres anteriores para formar gobierno y que le dejen a él esa solución tan democrática de que el que no gana en lasn urnas, pero sí en los escaños, apoyado por segundos o terceros, es capaz de gobernar por ser el único al que los demás aceptarían. Puede que sea un pensamiento difícil, pero válido para Cataluña, pero sigue siendo imposible para España, que es lo que están mirando en el futuro los jefes nacionales de sus colores.
Si El PSC está en medio con su moderada subida de concejales en los grandes Ayuntamientos , el Podemos catalán está en ese mismo lugar de la carrera pero tan cansado como los que van por delante y con tendencia a llegar a la meta con los mismos escaños que poseía hasta 2019, con el añadido de que el invento de Sumar está en el escenario fantasmagórico de las duras elecciones generales, pero no entra en la lucha a cierto plazo del día 28 de mayo.
La posible disolución del Parlament en razón de los resultados que se den, sobre todo en las cuatro capitales de provincia y en especial en Barcelona, es una posibilidad cierta, ya que es difícil que el gobierno de Pere Aragonés termine la actual Legislatura. Mientras que los socialistas se mueven entre las precauciones de su candidato y las correcciones que les hacen desde la sede central de Ferraz; los dirigentes del resto de la izquierda han tenido que dar un paso hacia el independentismo y la radicalidad de la CUP sin caer en el mismo saco, y otro hacia el llamado socialismo democrático del PSC para evitar que se le fueran por ese lado los votos conseguidos hace cuatro años. Unos y otros corren a la pata coja y se les nota.
Cien días para que las batallas busquen causar más bajas al adversario, para que desde las aguas de los medios de comunicación se lancen más torpedos a las líneas de flotación de las siete candidaturas con capacidad de representación parlamentaria, para que desde Bruselas a Estremera pasando por el territorio catalán en toda su extensión los clarines del miedo - piel de toro de esta España - resuenen en las cabezas de los líderes con el mismo mensaje: el ”hemos ganado” del día 28 como una letanía para consolar a los fieles.