En estos cinco años no ha pasado de los 123 escaños en el Congreso, la cifra más baja para gobernar que haya tenido ningún otro presidente de la democracia. Pese a ello y con enorme habilidad, para unos, y falta de escrúpulos para otros, ha logrado ganar dos elecciones, pactar un gobierno de coalición con los tradicionales y viejos adversarios del socialismo dentro de la izquierda, ha soslayado la crisis económica global de la Unión Europea, los efectos de la pandemia global del Covid 19, las malas relaciones con Estados Unidos centrada en su persona, ha roto la histórica postura de España frente a Marruecos en el tema del Sahara Occidental, se está comportando como uno de los dirigentes más beligerantes en contra de la Rusia de Vladimir Putin en la guerra de Ucrania, y se dispone, a veinte días de la gran cita con las urnas a representar a España en la presidencia europea. Nunca tanta osadía bien administrada y practicada dió para tanto.
Víctimas de ocasión y recuperaciones milagrosas de dirigentes, siempre en busca de su propia salvación que, en estos momentos coincide con la de su propio partido. Puso a Ivan Redondo como su Rasputín privado para que controlarael acceso a la Moncloa y diriguera junto a José Luís Abalos la estrategia de la organización. Los dos fueron expulsados del sanedrín Moncloa Ira, al igual que Adriana Lastra, Oscar López y Antonio Hernando, en distintas etapas y con muy parecidos resultados: la caída líbre de la izquierda en general y del PSOE en particular en Autonomías y Ayuntamientos,las palancas que siempre han utilizado los dirigentes nacionales para alcanzar el poder del estado.
Durante ese tiempo político, que en realidad abarcan tres Legislaturas - que se haberse cumplido en su totalidad hubieran sido doce años - ha visto y colaborado en la caída y destrucción total del centrismo liberal que fundara Albert Rivera y que pudo Cambiar el futuro y el hoy de este país de haber llegado a formar el gobierno de coalición al que se negó el entonces presidnete de Ciudadanos. También ha intervenido de forma directa en la última destrucción del último invento de la
izquierda que se ha ido formando en los últimos 40 años desde las entrañas del obsoleto Partido Comunista. Y, por último, ha asistido al triunfo de baja intensidad dentro de la derecha española que dió Santiago Abascal con Vox, vital para que sobre los escaños conseguidos el Partido Popular ganara y gobernara en Andalucía y Madrid hasta conseguir sus propias mayorías absolutas de la mano de dos candidatos, que nacieron como perdedores y se han convertido en la mano derecha
y la mano izquierda del actual presidente, Alberto Núñez Feijóo, el líder que vino acompañado de las meigas gallegas para convertirse en el gran rival “taurino” de Sánchez, tambien él enfrentado al dilema de Puerta Grande o enfermería pero con más recorrido y más orejas y rabos electorales en su poder tras las últimas elecciones.
Ni el Secretario General del PSOE, ni el presidente del PP son los únicos que van a jugarse su temporada en las urnas de finales de julio. La autoproclamada y vencedora interna en la pugna por el poder dentro de la amalgama de siglas que es Sumar, Yolanda Díaz, de fracasar y tener menos de los 38 escaños que lograron en 2019, verá como los viejos fantasmas de las vendetas que siempre han acompañado al comunismo español regresan para pedirle cuentas, esta vez con los rostros de Ione Belarra, Irene Montero y hasta los de Ada Colau, Teresa Rodríguez y Rita Maestre, por no alargar más el número de
damnificados.
Para ser justos con las actuaciones del Gobierno y de su presidente hay que apuntarse en su haber que los nacionalismos catalán y vascos están más troceados que nunca y con menos posibilidades de lograr sus eternos objetivos de autodeterminación o independencia; mucho menos el gallego. Y para ser igualmente justos tras ver las actuaciones del “maestro” y su cambiante “cuadrilla”, ha elegido más mal que bien los toros que debían torear, han conseguido dividir al “respetable” a
unos niveles desconocidos desde los muy lejanos años setenta del siglo pasado y con menores conocimientos de lo que son las suertes del toreo político - que también tiene su Cosio - y que a nivel internacional, muy a su pesar y a sus declaraciones y viajes, España sigue a la baja en cuanto a importancia en la élite mundial. Tener como representante al ex presidente José Luís Rodríguez Zapatero, siempre en pugna para los mismos objetivos al también expresidente
Felipe González, es un error que tendremos que seguir pagando.