Durante 44 años de elecciones generales y constitucionales siempre ha gobernado en España el partido político que ha ganado en votos y en escaños en las urnas. Pasó con Adolfo Suárez y la UCD en 1979, con sus 168 diputados gracias a los apoyos de las minorías catalana y vasca. Ocurrió con Felipe González en 1982, en 1986 y 1989 con sus mayorías absolutas y en 1993, con 159 escaños, gracias a los votos parlamentarios de la CiU que dirigían Jordi Pujol y Josep Antoni Duran Lleida. Se mantuvo esa característica con José María Aznar en 1996 con los 156 diputados del PP y gracias, de nuevo, por la ayuda de los nacionalistas catalanes y pese a los 141 escaños logrados por el PSOE y la larga negociación de dos meses hasta pactar la investidura, con intervención y mediación del Rey Juan Carlos.
No era una norma o ley escrita pero se aceptaba que la lista ganadora tenía el derecho a gobernar. Eso es lo que Alberto Núñez Feijóo quiso “imponerle” a Pedro Sánchez en el debate de Antena 3. ¿Razones para hacerlo?. Sólo una: por primera vez en nuestra democracia es posible que el ganador en las urnas no consiga los votos necesarios en el Congreso para superar la sesión de investidura. El resultado, de producirse, será totalmente legal desde el punto de vista jurídico y electoral pero se habrá quebrado toda la historia anterior. La que le permitió a Mariano Rajoy gobernar con tan sólo 123 escaños, que son los que consiguió el Partido Popular en 2015, de nuevo gracias a los pactos con otras fuerzas representadas en el Parlamento; y lo que le ha permitido a Pedro Sánchez estar en La Moncloa pese a los escasos 120 asientos en el Congreso que alcanzó el PSOE en su segundo intento de finales de 2019.
Si las encuestas y sondeos no se equivocan gravemente, el próximo día 23 de este mes de julio el PP con Núñez Feijóo de candidato va a ganar en las urnas, pero con la necesidad de ayudas para salir victorioso del posterior debate de investidura en el Congreso, ya sea sólo con Vox o incluso con los votos de otras formaciones muy minoritarias. Lo que ocurre a diferencia de los 44 años anteriores y las catorces confrontaciones en las urnas es que puede que el PSOE de Pedro Sánchez quede por detrás en número de votos y escaños pero pueda articular una suma de apoyos muy diversos hasta llegar a los 176 votos parlamentarios que otorgan la mayoría absoluta y la capacidad de formar gobierno.
¿Qué puede pasar si se produce esa circunstancia?. Al presidente del Gobierno lo eligen, de verdad, los diputados que son los representan la voluntad de los ciudadanos, razón por la que en ese supuesto Sánchez sería un presidente total y absolutamente legal y constitucional, incluso con la paradoja por los efectos de la Ley D´Hont que puede producirse por virtud de los repartos de la citada ley y llegar a que se forme un gobierno en el que la suma de votos electorales que lo respalden sea menor que los votos que pueda haber conseguido en las urnas la oposición.
¿Aceptarán los partidos y sus dirigentes esa posibilidad?. A nivel autonómico ya lo han hecho tras las pasadas elecciones autonomicas y municipales, ¿lo harán cuando está en juego el gobierno de la Nación.