Raúl Heras | Viernes 25 de agosto de 2023
La radicalizada aventura soberanista emprendida a finales de 2012 por Artur Mas, a la sazón presidente de la Generalitat, terminó igual que empezó y debería servir de guía para el inmediato futuro y las negociaciones entre Puigdemont, Junqueras y los dos grandes partidos. Al margen de la ENC y sus imposibles deseos de independencia a las bravas. Mirar al PNV les puede servir de referencia: avanzar con la economía por delante.
Con una Cataluña más dividida socialmente, más empobrecida económicamente, más radical políticamente, y menos capaz de organizar su futuro desde un Parlamento y un futuro Gobierno que deberán afrontar medidas de ajuste más duras y menos populares, que ahondarán en dos factores: en el descrédito de más dirigentes políticos, por un lado, y en mayores conflictos sociales y mayor violencia entre las seguras manifestaciones de protesta y las fuerzas de orden público.
Con Salvador Illa y el socialismo catalán a la espera tras los buenos resultados de los últimos comicios generales, hoy por hoy son Junts y ERC los únicos grupos que pueden mantener el Gobierno de la Generalitat hasta que se celebren nuevas elecciones autonómicas.
Pere Aragonés es el único que puede mantener al actual Ejecutivo pero como él mismo reconoce necesita uno o dos compañeros de viaje. Algo está cambiando en Cataluña, que se ha hecho patente en las urnas. El poder ha desgastado a Esquerra mientras que el autoexilio de Puigdemont ha devuelto fuerzas a Junts. Los dos grupos se han dejado diputados en el camino. Antes lo tenían mal para sacar adelante los Presupuestos autonómicos y ahora lo tienen peor. Una Legislatura que, al igual que pasó hace once años, por la ambición de un presidente y la corte que le acompañaba, se ha alargado merced a la convocatoria adelantada de las urnas, y en la que el líder de la Esquerra Republicana, Oriol Junqueras, se ve obligado a acentuar el carácter independentista de su partido , junto a medidas de carácter social que no encajan en el programa de la coalición de derechas que siempre fue CiU, mientras el PSC del exministro Illa no está para muchas florituras, ni pactos de gobierno, cuando ve que la pendiente por la que se desliza el socialismo español en todas y cada una de las últimas convocatorias electorales, que no parecen tener ni fin, ni fondo; y por último la más improbable de las alianzas,
Con ese escenario, que puede durar hasta 2025, la gobernabilidad de Cataluña se presenta difícil y muy difícil por más llamados a la responsabilidad que realice quien no ha tenido al emprender el "camino a la gloria" que quiso vislumbrar tras el éxito declinante de la última Diada. Hoy por hoy la dimisión de Aragonés no está en el calendario pero no es descartable ( o bien una renuncia a presidir el futuro gobierno en favor de otro compañero de viaje ) si las consultas para sacar adelante la investidura de Alberto Núñez Feijóo o Pedro Sánchez no prosperan. En esa opción, que insisto es posible pero muy poco probable, el candidato ideal para recomponer relaciones con el resto de los partidos y ordenar el futuro imperfecto, pero obligado, de Cataluña sería mirar al pasado, desde el largo periodo de dominio de Jordi Pujol hasta el inestable hoy pasando por la etapa del socialista José Montilla, pero tiene un "defecto" casi insalvable: intentar rehacer lo que significó el acuerdo de Unió y de Convergencia.
Dado que ninguno de los tres socios posibles a la hora de buscar acuerdos, tras el varapalo a la CUP, está en condiciones de negociar en el Ejecutivo o "prestar" su apoyo directo al PP y a su líder, lo más probable es que dejen que su elección en el Parlamento nacional y en el Parlament autonómico, sea en minoría y con un calendario de negociaciones y de fecha para el ansiado y anunciado Referendum, sobre todo tras el fracaso que llevó a varios de sus dirigentes a la cárcel o al exilio.
Si en 2010 las fuerzas de CiU y ERC sumaban 72 escaños en la Cámara autonómica, ahora tienen 74 si se les suman los nueve de la CUP. La diferencia está en el carácter del independentismo que representan: más de derechas y moderado el de CiU; más radical y progresista el de ERC. Y si la primera perdía en el momento crítico del cambio de liderazgo de Más por Puigdemont 90.489 votos, la segunda ganaba 278.246, más por efectos de la participación que por el simple trasvase de los sufragios. Si miramos los grandes bloques, podemos ver que el independentismo catalán contaba en 2010 con 76 escaños ( CiU, ERC y SI ) y ahora cuenta con 74, dos menos; y que si el "españolismo" tenía 49 ( PSOE, PP y C's ) hoy tiene 60, sumando desde el PSC a Vox.
Conclusión: hoy Cataluña es menos nacionalista pero más radical en esa aspiración, es más de izquierdas o de centro izquierda; y el punto de encuentro de todas las tendencias está en el deseo mayoritario de que se celebre un Referendum o consulta popular sobre la soberanía dentro de la Legislatura que va a comenzar: 87 parlamentarios, por lo menos. 107 si sumamos los del PSC, e incluso 116 si pensamos que los nueve de C's podrían apoyar la celebración de la consulta en el momento en que se plantee. Y sólo se quedarían fuera del envite los 19 del Partido Popular. Con estas cifras el Gobierno de Feijóo o Sánchez va a tener muchas complicaciones si se opone frontalmente a que los ciudadanos de Cataluña, con sus representantes políticos al frente, opinen sobre su futuro. Y los ejemplos de Quebec y Escocia volverán a colocarse sobre la mesa.
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