Feijóo demostró que es un excelente parlamentario, de igual forma que es evidente que se equivocó en los tiempos, dejando el proyecto de España medio tapado por las apelaciones contra la posible amnistía, los pactos con el independentismo o el feminismo más radical. Hasta sacaron a pasear por la tribuna a la selección española de futbol femenino, con mención expresa, faltaría más, a Jenni Hermoso, convertida en todo un referente político de la España que ya ha llegado y para quedarse.
Ayer asistimos a una muy buena moción de censura contra Pedro Sánchez y su Gobierno, también y de paso contra la suma de voluntades que conforma Sumar. El representante del Partido Comunista, ni siquiera de Izquierda Unida, Enrique De Santiago, quiso recuperar la memoria histórica y Feijóo desencadenó sobre su cabeza los truenos de las tormentas de este verano.
Tendremos que esperar a la votación de mañana día 27, con el resultado previsto de que Núñez Feijóo no consiga la mayoría absoluta. Y de nuevo a esperar a la del día 29, en busca de la mayoría simple. Ahí podrían darse sorpresas, que no parecen contemplar ninguno de los que intervinieron en esta primera sesión. Volver a empezar cuando Pedro Sánchez le diga al Rey que él está preparado para lograr ese objetivo. Después, si las cuentas que todos han hecho se cumplen, nueva espera para ver qué Gobierno se forma y cuánto dura sobre la base socialista de 121 escaños y 31 representantes de Sumar, dónde cada una de las partes que lo integran quiere su trozo de pastel político.
Si Pedro Sánchez decidió permanecer mudo y dejar el combate dialéctico en manos de Oscar Puente será por creer que el ex alcalde vallisoletano sería capaz de erosionar la muralla de la derecha. Luego, dentro de unos días, salvo que Felipe VI piense y haga lo contrario, misión imposible salvo que desde el palacio de La Zarzuela se quiera desatar una guerra institucional que sobrepase la propia voluntad combativa de los partidos, él tomará el mando de las operaciones para demostrar quien manda hoy en esta España tan cargada de resentimientos como falta de proyectos reales para 47 millones de ciudadanos.