Si Sánchez no consigue superar los 172 votos que va a tener en contra por la intransigencia del huido máximo responsable de Junts, que ya ha dicho que su formación votará a favor o en contra del candidato, pero que no se abstendrá, la repetición electoral será obligatoria. Nadie puede asegurar que pasaría a mediados de enero, pero entre las posibilidades está el que se repitan las mismas circunstancias de ahora mismo, aunque se puedan los votos y los escaños desde la izquierda a la derecha. Una vuelta a empezar con negociaciones, intentos o no de investidura y con el mismo Gobierno en funciones, con el mismo presidente al frente.
El entonces Rey de los belgas, Alberto II, padre de Felipe Leopoldo Luís María, el actual Monarca, tuvo que recibir durante meses a los representantes políticos y negociar un acuerdo entre flamencos y valones y sus partidos para que, tras 650 días y sin la presencia en el Gobierno de la formación que había ganado las últimas elecciones, se pusiera en marcha en el Parlamento belga un nuevo Ejecutivo con todos los poderes que len otorga su Constitución.
Aquí, en España, el record de gobernar a medio gas lo tiene Mariano Rajoy, que estuvo 365 días sin tener plenos poderes para dirigir el país. En Bélgica aquel periodo no significó un mal para el país, todo lo contrario, creció por encima de la media europea, tuvo menos inflación y se crearon más puestos de trabajo. La Democracia, a veces, juega con la voluntad de los ciudadanos y somete a sus representantes políticos a unos duros exámenes de convivencia.
El presidente en funciones de España puede alcanzar los quinientos días en esas circunstancias si a la suma de días que marca la Constitución y la Ley Electoral se añade el empecinamiento de alguna de las fuerzas independentistas y la incapacidad o para pactar entre las dos grandes formaciones, el PSOE y el PP. Puede parecer inverosímil pero entra dentro de lo posible. Pedro Sánchez se puede encontrar, de nuevo, con que la suerte le acompaña: mantenerse en La Moncloa hasta el otoño de 2024 y luego ya se verá lo que ocurriría en esas hipotéticas y nadas deseables urnas electorales.
Por si se repiten en España las condiciones que se dieron en Bélgica, Felipe VI puede preguntar al otro Felipe, qué es lo que hizo su padre durante esos 650 días antes de que abdicara el 21 de julio de 2013, un año antes de que lo hiciera Juan Carlos I. La constancia para aguantar meses una situación en la que los belgas le recompensaron con un aumento considerable de su popularidad, mientras que disminuían y mucho la de los dirigentes políticos, enfrascados más en los problemas territoriales y lingüísticos que en la gobernabilidad del país.
Convocatoria electoral, resultados, configuración del Congreso y del Senado, sin mayorías absolutas, muy parecidas las sumas de los partidos independentistas vascos y catalanes, socialistas y populares recogiendo los “votos útiles” de Sumar y de Vox, intentos de investidura, dos meses para que lo vuelvan a intentar los candidatos, nueva convocatoria de elecciones hacia mediados de julio de 2024 y regreso a las urnas en septiembre. Es como el cuento de la lechera, pero al revés.
Quinientos días de Sánchez en La Moncloa. Alguien se asustará y mucho y otros tendrán que escudriñar su futuro y recomponer sus relaciones dentro y fuera de sus respectivos partidos. De la resistencia del líder del PSOE no se puede dudar, lo ha demostrado varías veces. La resistencia de sus adversarios está por demostrar.