Pedro Sánchez es consciente de esa debilidad que le va a acompañar durante cuatro años y a la que el mismo va a arrastrar a España. Debilidad que tiene el presidente del PP en todo lo referente a ofrecer a los españoles, en todas las autonomías y grandes municipios, una oferta de progreso real y creíble. Hasta piensan algunos ilustres juristas, con experiencia en organismos públicos, que las peticiones de los independentistas catalanes son imposible de cumplir, tanto de cara a conseguir una investidura como a mantener a un gobierno durante toda una Legislatura.
Si eso es visible y demostrable, pese a lo cual no parece que ninguno de los actores secundarios, como son Yolanda Díaz, Ione Belarra, Arnaldo Otegui, Iñigo Urkullu, Oriól Junqueras y Carles Puigdemont, por un lado, y Santiago Abascal, por otro, por mencionar a los que pueden ayudar a formar las mayorías necesarias, estén en condiciones de garantizar la estabilidad política que permita a este país enfrentar la difícil situación geopolítica que vive Europa y el mundo en general, con sentido de estado Sánchez y Feijóo deberían sentarse, acordar unos mínimos comunes de gobernanza, unos plazos para convocar nuevas elecciones y dar una lección de solidaridad y responsabilidad a los ciudadanos y a sus propios compañeros y adversarios políticos.
Lo podemos llamar pacto de estadio, gobierno de unidad en el que estén independientes previo acuerdo de los dos máximos responsables, con una única misión: administrar los asuntos públicos de todos y ayudar a la mejor de las salidas posibles a la crisis. Limitar las concesiones, que algunas son necesarias para el propio futuro de España, a los que desean la independencia de Cataluña y Euskadi.
Ofrecer a los españoles la capacidad de diálogo que hasta ahora no han demostrado sus formaciones y sus portavoces, disminuir la presión del resto de los partidos, más ocupados en sus propios asuntos internos y capacidad de exigencia que en los problemas reales de cada día. Doscientos cincuenta y ocho escaños en el Congreso, los gobiernos de catorce Comunidades Autónomas y una más que amplia mayoría en los grandes Ayuntamientos. Esos son los poderes que pueden presentar Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo al resto de las formaciones. Los dos se evitarían los calvarios que les esperan.