Leonor de Borbón y Ortiz pidió un voto de confianza a los españoles para un futuro que se presenta lejano. Lo tendrá pero la España real sigue siendo más republicana que monárquica y con los mismos problemas que tuvieron que afrontar su abuelo y su padre. Es como un castigo histórico que se ha venido repitiendo en los últimos trescientos años.
Felipe VI llegó al trono sin presiones militares por medio, es verdad, pero fue la abdicación de Juan Carlos I lo que aceleró un cambio que los propios monárquicos y una parte de la clase política llevaban años pidiendo por los comportamientos del Monarca. No parece que esa situación se vaya a producir pero, en estos tiempos de amnistías políticas, le recomendaría a la Princesa de Asturias, que leyera la obra de un “adversario” dinástico como fue el conde Juan Amor de Soria, partidario del pretendiente austriaco a finales del siglo XVIII, exiliado en Viena y rescatado del olvido por el ex ministro Ernest Lluch en el año 2000, poco antes de que lo asesinara ETA en el garaje de su casa en Barcelona.
Amor de Soria, que siempre fue uno de los consejeros de confianza de Carlos de Habsburgo, desde 1705 hasta su muerte, escribió en 16 capítulos un análisis de aquella España partida en dos por la lucha por el trono y con Alemania, Francia, Italia y Gran Bretaña dispuestas a repartirse el botín del entonces declinante Imperio español. Su título es tan actual que no merece explicación alguna: “ Enfermedad crónica y peligrosa de los Reinos de España y de las Indias”.
Mientras Felipe V no cumplía ninguna de las condiciones testamentarias de Carlos II e implantaba el absolutismo de la Monarquía siguiendo el ejemplo de su abuelo Luis XIV de Francia, el conde exiliado en la Corte Imperial de Viena, hacía este diagnóstico de los problemas españoles : “la enfermedad se produce por los gastos excesivos de la Monarquía, la multiplicidad de tributos y cargas entre vasallos y pueblos, por la despoblación, por la inobservancia de las leyes, por la abolición y menosprecio de las Cortes Generales, y la discordia entre coronas, nobleza y pueblos”.
Aquella “Guerra de sucesión” duró 25 años, hasta la última rendición de Cataluña y Mallorca, y terminó con la rapiña que protagonizaron Gran Bretaña, Francia e Italia a costa de los pactos que llevaron al archiduque convertido en Emperador a reconocer a Felipe V como Rey de España y renunciar a cualquier sucesión de sus herederos.
Los problemas de aquel primer tercio del siglo XIX son muy parecidos a los de este primer tercio del siglo XXI y que ya existían desde el matrimonio y reinado de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla. Fernando tuvo siempre en su cabeza, desde su nacimiento en la pequeña localidad oscense de SOS, construir una gran Europa, mientras que Isabel hizo posible que España se convirtiera en una potencia global tras las llegada de los españoles de América.
Hoy, la amplia Castilla que vota mayoritariamente al Partido Popular, tiene enfrente a la Cataluña que sigue defendiendo su derecho a decidir su futuro de independencia, como si los 300 años transcurridos no significaran nada.
Tener una madre republicana que se hizo monárquica por amor es una ventaja para Leonor que no tuvo su padre. La hoy Reina Letizia siempre ha estado mucho más pegada a la realidad social de España de lo que estuvo la Reina Sofia. Un aprendizaje difícil y con muchos obstáculos en su camino que la han convertido en una mujer más dura èrp también en uno de los grandes baluartes que tiene la Monarquía Borbón en estos momentos. Leonor, al igual que su hermana Sofia, ya se han convertido en las imágenes del futuro que le espera a la Jefatura del Estado. Va a necesitar, junto a su padre, comprender y avanzar en el auténtico proceso democratizador de la Institución que “impuso por necesidad” el Rey Juan Carlos, que adelantó el nombramiento de Felipe como Príncipe de Asturias antes de que se celebraran las primeras elecciones democráticas en 1977 y un año antes de que se aprobara la actual Constitución.
El conde Amor de Soria defendía que la Monarquía española tuviese más de Habsburgo que de Borbón, que fuese más federal que absolutista. Esa asignatura la tienen que aprobar les guste o no. Ya se ha incorporado a los estudios obligatorios y más importantes que los que la Princesa de Asturias está haciendo en las Academias militares y los que vaya a hacer en el futuro.
Me parece que la comprensión de esta realidad, único camino para resolver lo que Ortega y Gasset consideraba irresoluble, como es el problema de la estructura territorial dentro de una Monarquía moderna, empezando por Cataluña, está en la base ideológica de todas las formaciones políticas, ya se consideren de desechas o de izquierdas.