Martes 21 de octubre de 2014
Basta con poner un nombre en circulación -ya lo estaba, por cierto-para volver a desatar el estrépito de la renovación interna en el PSOE, partido que no registra, desde hace más de un año, apenas alzas de nuevos militantes y en el que se aprecian conmociones íntimas, un cierto desbarajuste y una indudable lucha soterrada por el poder. Y, sin embargo...
Y, sin embargo, digámoslo de entrada, y aunque sea de forma incompleta y desordena, el Partido Socialista, que sigue siendo el principal de la oposición, es el único que está proponiendo fórmulas nuevas para salir de la situación de atonía política en la que nos encontramos.
La semana, a este respecto, registró dos novedades: la presencia-conferencia de Pere Navarro, secretario general de los socialistas catalanes, en un acto importante en Madrid, y el rumor, no confirmado (ni desmentido) por el interesado, de que el aún joven socialista vasco Eduardo Madina estudia lanzarse al ruedo de la sucesión de Pérez Rubalcaba. Sobre Madina apenas tengo opinión, más allá de que parece un personaje serio, tímido, concienzudo y moderado. No es tan carismático como Patxi López, otro de los que suenan, ni tan dinámico como Carme Chacón o el alcalde de Toledo, Emiliano García-Page; tengo para mí que le costará tomar una decisión definitiva: se lleva bien con Rubalcaba, que está en patente retirada y procurando poner orden en el cotarro, y podría ser el delfín 'oficial' ante unas primarias que absurdamente se han colocado demasiado cerca de las próximas elecciones generales.
Me interesa más saber qué harán el presidente andaluz, José Antonio Griñán, que perdió-ganó las elecciones autonómicas para quedarse al frente de la federación más importante del PSOE, y algunos veteranos, señaladamente un Felipe González que anda por sus propios derroteros, con sus propias 'vendettas' a cuestas.
Pero le hablaba, querido lector, de Pere Navarro. El PSC se ha convertido en el problema y la solución del socialismo español. Está forzado a mantener una cierta ambigüedad en lo que se refiere al nacionalismo catalán, pero habla de la permanencia inequívoca en España, con consulta sobre la secesión, sí, porque es imposible mantener una presencia política en Cataluña, más allá del PP y de Convergencia, sin aceptar esa suerte de referéndum. Pero el PSC, aceptablemente bien dirigido ahora por Navarro, es, ante el desvarío permanente de Artur Mas y de Convergencia, el único eslabón con la realidad española como nación, y habría que cuidarlo, pienso, como especie en vías de extinción.
A Rubalcaba le toca dejar restañadas las heridas, profundizar en las reformas -constitucional, federalismo, regeneración de la vida pública-que ha ido proponiendo, incluso forzando de una vez el gran pacto con el PP para fortalecer la Corona...Y, claro, dejar la casa ordenada para una sucesión que ha ido posponiendo. Creo que, incluso con sus errores y sus deficiencias, a Rubalcaba hay que reconocerle muchos méritos, y muy sectario será quien no admita que, al menos, ha intentado ese pacto, ahora ya casi imposible desde que pidió públicamente la dimisión de Rajoy, una de sus equivocaciones.
Miro con esperanza ese terremoto interno en el PSOE, porque necesitamos una alternativa que ilusione al ciudadano hasta donde la ilusión aún sea posible. Me dicen que el mes próximo, una conferencia sectorial en Gijón, preparada por Ramón Jáuregui, hará propuestas más concretas que hasta ahora en puntos como la reforma del Senado, la regeneración interna de los partidos o la normativa electoral. Confío en que, efectivamente, este partido, que sigue, aun en su debilidad, teniendo un enorme poder en España, sea capaz de emprender un vuelo creíble y digno de confianza. Lo necesitamos, votemos a quien votemos y creamos en los postulados que creamos.
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