El mensaje de Navidad fue un monográfico sobre lo conseguido por la Constitución votada en 1978 durante estos últimos 45 años colocando a la Corona a la cabeza en su defensa como marco de convivencia, tolerancia y marco para todo el resto de retos que se han presentado y se presentarán, desde la educación a la sanidad, desde la vivienda a la protección de los mayores o la integración de las Comunidades Autónomas en el proyecto común del Estado.
No dejó resquicio alguno para los cambios que se exigen desde una parte del Gobierno actual, pero tampoco para los que desde la derecha quieren paralizar el funcionamiento de las instituciones y trasladan al exterior una imagen de España que no se corresponde con la realidad.
La intervención de Felipe VI se centró en la Constitución y nada menos y nada más que en la Constitución. Fuera de ella y de la unidad que se consiguió hace 45 años sólo existe el riesgo de repetir errores del pasado. Esa unidad que es clave, en sus palabras, para abordar el futuro, dentro del respeto mútuo que se deben tener todas las instituciones y el cumplimiento de las obligaciones a las que están sometidas.
La Carta Magna es, para el Rey, el único terreno de juego en el que la libertad de todos y el futuro de todos es posible, una libertad que nos ha costado trabajo conseguir y que es la base del progreso y el compromiso de futuro exigible a todos los gobiernos y a todas las oposiciones. Si hace casi 50 años empezamos un camino común de respeto - insistió - debemos defender su integridad como punto de encuentro de todos los españoles.