La realidad que no hemos debido ver los ciudadanos es otra para el presidente y el culpable o culpables no son sino los dirigentes de una oposición ofuscada que sólo persigue acabar con el Gobierno a costa de lo que sea, y de unos dirigentes independentistas con los que no hay otra manera de avanzar en la consolidación de ls actual Democracia que el diálogo y el perdón de sus pecados políticos.
La amnistía es un polígono de intereses mezclados, con muchos más lados buenos que malos, pese a lo que digan y reiteren Puigdemont, Aragonés, Otegui o Urkullu. La política real, la que defiende Pedro Sánchez, incluso cuando parece hacer concesiones a su vicepresidenta segunda mientras sustituye a su vicepresidenta primera, se basa en el movimiento perpetuo. Nada es inmutable y todo depende de las circunstancias. Sólo hay que amoldarse a las mismas para avanzar.
Si en las dos grandes elecciones que ha habido en este 2023 que se acaba, las municipales y autonómicas del mes de mayo, y las generales del mes de julio, el partido del gobierno, el PSOE, se ha quedado con los mismos escaños que tenía en el Congreso y ha sufrido un enorme retroceso en las Comunidades Autónomas y en los grandes Ayuntamientos, ha sido más por la incomprensión de los ciudadanos y las maldades de la oposición.
Sin las decisiones salidas del Consejo de Ministros, incluídas las últimas referentes a la amnistía y las primeras de las “leyes de género”, todo habría sido mucho peor. Esas decisiones han sido como un enorme paraguas bajo el que se han refugiado millones de españoles y que han parado los aguaceros más fuertes de una crisis global en toda Europa.
En su resumen del año 2023 el presidente ha sido muy generoso consigo mismo y con sus ministros, dejando a un lado las crisis y enfrentamiento internos del Gabinete y las rupturas en el eje de la izquierda que se han producido por la lucha fratricida entre el proyecto de Sumar y el partido en trance de desaparición que es Podemos.
Las críticas han sido, son y seguirán siendo para un obcecado Núñez Feijóo y para un ultra derechista y nostálgico del pasado como es Santiago Abascal. Lo que vaya a venir, que vendrá para empezar con la subida del IVA de la luz, y los demás e inevitables recortes sociales que sigue exigiendo la Europa de derechas que controla el Parlamento de Estrasburgo y la Comisión de Bruselas, pondrán a prueba de nuevo a un Gobierno que, dentro del optimismo del presidente, saldrá victorioso y dispuesto a lograr que la Legislatura cumpla co su periodo de cuatro años.
Si el Rey Felipe Vi en su mensaje navideño se dedicó a defender la Constitución, dejando a un lado los problemas reales y cotidianos como son el paro, la sanidad, las pensiones, las nuevas tecnologías, la emigración e incluso las necesarias reformas estructurales que conllevan las transferencias del Estado a las Autonomías, Pedro Sánchez ha hecho todo loo contrario y se ha dedicado a proyectar una imagen del hoy y del inmediato mañana que no puede ser más halagüeño para los españoles.
Nuestro vaso no está medio leño y mucho menos medio vacío, está a rebosar y sólo hay que esperar unos meses más para comprobarlo. Veremos lo que pasa en febrero en Galicia, lo que pase en la Primavera en Euskadi y lo que suceda en la entrada en el verano con las elecciones europeas.
Será el tiempo de comprobar si los ciudadanos le dan la razón al presidente o se la quitan; si han abierto los ojos ante el aluvión de datos positivos lanzados una vez más desde la cumbre del poder político o siguen ciegos o tuertos por culpa de las vendas que la malvada y poco patriótica oposición se empeña en poner delante de su cotidiana mirada a su vida diaria.