El cierre de filas que estamos viendo por parte de lo que han sido en los últimos años las “familias” del PP, con José María Aznar y Mariano Rajoy escoltando a Núñez Feijóo y a Rueda es la mejor de las pruebas para ver hasta qué punto la derecha española necesita ganar en Galicia para mantener la presión sobre Pedro Sánchez y, sobre todo, poder mantener dentro y fuera de nuestras fronteras el discurso político y judicial contra la Ley de amnistía.
En ese territorio celta también se juega una parte del futuro de Cataluña y del nacionalismo separatista en general. Conscientes todos los dirigentes de ese valor de futuro, se entiende aún menos - para el PSOE, el PNV y ERC - la posición radical de Carles Puigdemont. La asistencia a las urnas en las cuatro provincias gallegas va a coincidir con el tiempo de “descuento” que tiene la Ley para volver a ser presentada para su aprobación o rechazo definitivo en el Congreso.
Galicia, con su millón y medio de votantes activos, es el primer sondeo real de la opinión de los españoles que no viven en Cataluña sobre la amnistía, ese producto que no hace más que poner de manifiesto que lo político y lo judicial han formado a lo largo de los últimos durante años una masa de intereses personales y organizativos que impide el uso razonable y exigible en una democracia plena. De Coruña, Pontevedra, Orense y Lugo saldrá un mensaje que tendrán que asumir tanto Sánchez como Feijóo. También Ortuzar, Junqueras y por supuesto Puigdemont. Es parte de este largo calvario electoral en el que se encuentra España y que debería terminar en el mes de junio.