Los agricultores (y ganaderos) de toda Europa están asfixiados. Las razones son múltiples. Una queja son las “estrictas” normas medioambientales europeas. Lo cierto es que esas normas no se aplican en otros países que ejercen competencia con sus productos con los europeos, que pasan mayores controles y tienen restringidos el uso de determinados fitosanitarios (los más tóxicos -aunque se siguen usando otros muchos peligrosos-), por ejemplo.
Y, si bien, eso es cierto, no lo es menos que en Europa no para de crecer el consumo de producto certificados ecológicos o “bio”, sector para el cual las normas son aún más duras para garantizar su ecología.
Este sector también tiene el problema del resto de agricultores, que la Política Agraria Común (PAC) se distribuye en función de las hectáreas de tierras agrícolas en propiedad. Así, beneficia a quien más tiene. Y la producción ecológica la realizan pequeños y medianos productores.
La inflación sigue disparada en 2024, y los vendedores de insumos agrícolas han subido el precio de pesticidas, semillas o fertilizantes, además de los fármacos para la ganadería. El carburante para la maquinaria igual. Esto presiona a los pequeños y medianos productores, ya que sólo las explotaciones industriales pueden sobrevivir vendiendo a precios bajos. La producción “bio” usa muchos menos de esos insumos, pero produce a menor escala.
¿Y por qué es la alternativa la producción ecológica?
El sector ecológico en España, el que ofrece productos certificados 100% “bio”, es la alternativa y, pese a todos los problemas descritos, goza de una salud ejemplar. Porque aprovecha mejor los recursos naturales en una época de escasez por la crisis climática. También porque es menos dañino para el medioambiente al no usar productos químicos tóxicos, y por ello también es bueno para la salud de las personas (representa un ahorro en gasto sanitario pues los pesticidas y otros añadidos de la agricultura dañan a las personas).
Pero también porque se trabaja directamente con los productores -tanto de la región como de otras regiones del país- para intentar eliminar intermediarios que encarezcan los productos, ofreciéndoles una remuneración justa por su trabajo. Una de estas fórmulas, por ejemplo, es Espacio Orgánico (https://www.espacioorganico.com/ ), que originariamente se estableció en Alcobendas (Madrid) y desde el 4 de marzo habrá uno nuevo en Majadahonda. La inauguración oficial es el día 13 de marzo, con la asistencia de la concejala de Comercio majariega, Ana Camins.
Es una empresa familiar con más de 11 años de trayectoria y el 100% de sus productos están certificados como ecológicos. Espacio Orgánico ofrece un mínimo de un 60% de alimentos directamente de sus productores. Y cuenta con secciones de producción propia en temporada y KM0.
Entre los productores bio madrileños podemos encontrar: conservas Cachopo, fresas y frescos de Finca Monjarana, panadería El Árbol del Pan, cereales y frutos secos Sierra Ecofoods, vino Andrés Morate, cerveza Gabarrera, aceite La Aceitera de la Abuela, verduras y hortalizas El Jardín de Sanse o quesos y yogures Suerte Ampanera.
Todo ello en 500 metros cuadrados en el centro comercial Equinoccio, con tienda y salas para terapias y conferencias.
El motivo de abrir un nuevo Espacio, según Nacho López, su gerente, “es cumplir con uno de nuestros propósitos: Llevar la alimentación ecológica, la sostenibilidad y la conciencia al mayor número de personas posible”.
Además, la producción ecológica es mejor. Se ha demostrado científicamente que tiene más nutrientes, luego pagamos por lo que en verdad nos ofrecen.
Pues bien, la clave para superar la crisis del campo es que el público entienda el enorme poder que tiene al hacer la compra pues lo que está en juego es el modelo agroalimentario que deseamos.