González es amigo de Cebrián y viceversa. Por la edad que se gastan disfrutan de la serenidad a la que tienen derecho los que están de vuelta y se recrean en los recuerdos de un tiempo que fue mejor en algunos aspectos de la política y la convivencia.
Cuando el liderazgo político es suplantado por el populismo oportunista desaparece la ideología, y hoy no podemos afirmar que Pedro Sánchez sea socialista porque le ha ganado la batalla a Groucho Marx cuando decía : “estos son mis principios y si no le gustan… tengo otros”
España no es la Grecia de los peripatéticos ni tenemos la sabiduría de los viejos de la tribu y basta con echar un vistazo al patio de vecinos que se reúne en la Carrera de San Jerónimo para ver cómo se ha devaluado la condición del parlamentario hasta el extremo de que la mediocridad de algunas señorías nubla la idea de excelencia que tuvieron muchos de sus antecesores.
Felipe González envenena los sueños de “Falconetti”, y le inspira malos deseos cuando reivindica el regreso a la centralidad política para que los gobiernos pivoten en torno a partidos que creen en las leyes. en la Constitución del 78 y las respetan.
El hombre de los pantalones de pitillo con pinta de macarra guapo, no soporta que le lleve la contraria un señor canoso que, con sus errores y aciertos, modernizó la España que él está desarmando y empobreciendo.
Cuando uno es mayor sin aspiraciones, le basta su curriculum y su historia porque va sobrado de razones , aunque sean discutibles, y Felipe González no le echa cuentas a un tipo al que desprecia por haber devaluado todo lo que toca.