Los temores de un fuerte endurecimiento del régimen vienen alimentados por la oleada de detenciones operadas en las últimas dos semanas, que han afectado a conocidos defensores de los derechos humanos, abogados y periodistas. El viernes, coincidiendo con la vuelta de Teherán del presidente, varios miles de manifestantes habían desafiado a las fuerzas policiales para denunciar la vuelta a “un Estado policial”, aludiendo así a la dictadura de 23 años de Zine El-Abidine Ben Ali, derrocado en 2011 por el movimiento popular que dio origen a las mal llamadas Primaveras Árabes.
Kais Saied, que en Teherán sostuvo una larga entrevista personal con el líder supremo Ali Jamenei, parece haber recibido un espaldarazo del régimen iraní, tanto más acusado cuanto que el presidente tunecino ha rechazado de plano “la inaceptable injerencia extranjera” de Francia, Estados Unidos y la Unión Europea, al manifestar estos su viva preocupación por el aumento masivo de las detenciones y violaciones de los derechos humanos.
En sus contactos durante su estancia en Irán con otros presidentes, primeros ministros y titulares de Asuntos Exteriores, el jefe del Estado tunecino ha tenido ocasión de reiterar su ideología antiimperialista y firme oposición a lo que él mismo denomina “diktats extranjeros”. Refuerza así su creciente hostilidad tanto hacia su antigua metrópolis francesa como a la Unión Europea, tras considerar que ambas no le han facilitado financiación suficiente para evitar la situación de casi bancarrota en la que se encuentra actualmente Túnez.
A este respecto, conviene recordar la búsqueda incesante de financiación por parte de Saied. Precisamente lo hace Fréderic Bobin en el medio Le Monde, en donde recuerda que Saied había rechazado firmar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para un préstamo de 1.800 millones de euros, por no aceptar las condiciones exigidas. A continuación, el presidente pidió ayuda financiera a Arabia Saudí, pero el hombre fuerte del reino saudí, Mohamed bin Salman, le exigió como condición previa que aceptara el préstamo del FMI. Tras este nuevo revés, Saied llamó a la puerta de Qatar, que le exigió que antes de darle el dinero llegara a un compromiso con el partido islamista Ennahda, al que Saied ha perseguido encarcelando a sus principales dirigentes, incluido su líder histórico, Rachid Ghannouchi. Y, en fin, tras intentarlo con los Emiratos Árabes Unidos, esta vez quién le ha interpuesto un veto ha sido Argelia, a quién enfureció notablemente la profundización de las relaciones entre los emiratíes y Marruecos, fortalecidas a raíz de la firma de los Acuerdos de Abraham con Israel.
En consecuencia, Kais Saied parece haber encontrado empero comprensión y apoyo entre los ayatolás iraníes, que le habrían instado ahora a fortalecer su autoritarismo, conformando con Argelia una alianza de corte claramente antioccidental y enfrentada asimismo a Marruecos. Este dibujo geopolítico habría comenzado a fraguarse precisamente a principios de marzo en Argel, con ocasión de la cumbre de países exportadores de gas, a la que Kais Saied habría asistido como invitado de honor. Allí sostuvo varias conversaciones con Ebrahim Raisi, el presidente iraní ahora fallecido. Con él y otros líderes de potencias gasísticas, Saied habría enarbolado “la voluntad conjunta de sacudirse el colonialismo y que los pueblos liberados puedan ejercer su plena soberanía sobre sus recursos naturales”.
De confirmarse esta deriva tal y como todos los indicios apuntan, la situación en el norte de África va a calentarse notablemente.