Martes 21 de octubre de 2014
En tres años José Mourinho ha destrozado su imagen profesional en Madrid y posiblemente en toda España. Pocas veces un entrenador ha llegado a uno de los grandes clubs del fútbol mundial con tantas cosas a su favor: desde el presidente a los jugadores y por supuesto a la afición querían que triunfase y que llevara al nueve veces campeón de Europa a colocar la décima en la vitrina del Santiago Bernabéu . No se ha podido cumplir ese sueño y el que fuera discípulo de Alex Ferguson se marcha del Real Madrid por la puerta falsa. Se marcha en solitario, sin el cariño de nadie y con la sensación de fracaso en su maleta por más dinero que haya ganado, por más indemnizaciones que se haya ahorrado y por más porvenir que pueda tener en otra de las grandes Ligas de fútbol.
Lo tuvo todo y todo lo ha perdido por su carácter, por su forma de entender las relaciones profesionales y humanas y sobre todo por no entender que la dictadura del banquillo no se puede aplicar como forma de someter a los jugadores a su voluntad. Los resultados podía haberle concedido la absolución tras su postura frente a los ídolos del vestuario y de la afición como son Iker Casillas, Sergio Ramos e incluso Cristiano Ronaldo, con los que se ha enfrentado y al que al primero de ellos ha ofendido profesionalmente hasta el último minuto.
Creo que Mourinho no es el único culpable de lo que le ha pasado al Real Madrid, un club que no puede permitirse el lujo de no ganar nada en un año con el presupuesto y la plantilla con la que cuenta en cada temporada. El primer responsable de lo que le viene ocurriendo al club blanco es su presidente, un hombre con indudable acierto para los negocios y para las relaciones públicas que no ha conseguido el éxito en uno de sus sueños, el fútbol. Volverá a ganar las elecciones que acaba de convocar e incluso es posible que no tenga oposición como le ocurrió la última vez ( salvo que Villar Mir se atreva a dar ese paso y por lo menos lograr que la emoción presida la cita con las urnas) pero en su fuero interno Florentino Pérez sabe que ha sido su forma de ser y entender las relaciones dentro y fuera del club las que han hecho posible el fenómeno Mourinho y las que le llevaron a irse y volver con añoranza, y las que año tras año frustran la consecución de mayores logros. Ejerce el presidencialismo tal y como lo ejercía el legendario Bernabéu y como lo ejercen la mayoría de los presidentes del mundo del fútbol, un sector en el que la democracia se nota precisamente por su carencia. Y eso pese a que en teoría y en la mayoría de los casos, los clubs pertenecen a los socios.
El entrenador portugués tiene talento para el teatro, eso es indudable.Tiene carácter, actúa en cada circunstancia con la vista puesta en el público y hace mutis por el foro como parte del mismo espectáculo. Es un excelente vendedor de sí mismo, nadie se lo discute y ta, parece que a la hora de manejar su carrera se comporta como uno de los grandes mercenarios que recorren el planeta del balón. Trabaja para quien mejor le paga y su amor por los colores de los clubs por los que ha pasado termina justo cuando choca con su amor por si mismo. Es discutible su talento como estratega para ganar partidos y para formar equipos y eso que hasta ahora todos los presidentes con los que ha trabajado le han dado casi todo lo que les ha pedido y han puesto a su disposición a lo mejor de lo mejor en cuanto a jugadores y tiempo.
Es más que posible que Mou se vuelva a cruzar con el Real Madrid en el torneo europeo la próxima temporada. Ese choque, de producirse, tendrá todo el morbo y toda la tensión que producen las grandes pasiones. Más de uno y de dos querrán cobrarse deudas pendientes, que van a ser muchas. Lo que ninguno podemos negarle es eso de genio y figura hasta la sepultura. Pudo ser el gran entrenador del Real Madrid por muchos años, esa era la idea de Florentino Pérez cuando le trajo tras varios desengaños desde que echó a Vicente del Bosque. Será sólo una anotación pasajera en el libro de los blancos, mientras que el gran rival gana la batalla de los fichajes con el brasileño Neymar y se dispone a batir la marca de los cien puntos. Dos espinas más en el Calvario.
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