Martes 21 de octubre de 2014
Magistrados del Tribunal Supremo y del Constitucional cobraban de los fondos reservados durante la etapa de Felipe González, y, probablemente, desde antes. Así lo reconoce el que fuera vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, en su libro de memorias "Una página difícil de arrancar". Bien es verdad que Guerra añade que así es como se solventaban gastos imprevistos en ambos tribunales, pero lo cierto es que algunos de los que enjuiciaron a socialistas por cobrar supuestamente de los fondos reservados firmaban 'recibís' por percibir ellos dineros de esos mismos fondos.
La supuesta noticia era conocida en ambientes políticos y periodísticos; incluso, algunos periodistas dicen haber visto los 'recibís' de determinados magistrados y jueces del Tribunal Supremo y de la Audiencia Nacional por percibir dinero -en algunos casos, de hasta dos millones de pesetas al mes, aunque, al parecer, para repartirse entre varios jueces-. Todos esos 'recibís' se habrían firmado por percibir dinero de los fondos reservados del Ministerio del Interior... y de forma mensual.
Pero aquello, como decimos, no dejaba de ser un rumor, o, más bien, una 'leyenda urbana'. Nadie denunció nunca, documento en mano, aquellos supuestos pagos, que se habrían venido realizando en la Audiencia Nacional y en el Tribunal Supremo durante la etapa de Felipe González, entre finales de 1982 hasta 1996. Esos pagos se habrían incluso mantenido en la última legislatura de González (1993-1996), justo en la cual se iniciaron los jueces por los casos del GAL y de los fondos reservados.
Si eso fuera así, la incongruencia era máxima: ¿cómo podía la judicatura juzgar a nadie por cobrar supuestamente de los fondos reservados, cuando los propios jueces cobraban de esos fondos? Pero, como decimos, no era más que una leyenda urbana.
Así lo ha sido, al menos hasta ahora. Porque Alfonso Guerra, el que fuera todopoderoso vicepresidente del Gobierno socialista, en la última parte de sus memorias, "Una página difícil de arrancar", que acaba de publicar en la editorial Planeta, afirma lo siguiente, al escribir sobre el ex secretario de Estado de Interior en aquella etapa, Rafael Vera (páginas 475 a 480):
"Se le acusó [a Vera] de utilizar los fondos reservados del ministerio para su peculio familiar. Sus juzgadores en el Tribunal Supremo y el Constitucional, cuando resolvieron un recurso de amparo, sabían que los fondos se habían utilizado para asuntos públicos, tanto lo sabían como que algunos recibos que yo pude ver llevaban la firma de los magistrados. Si alguien piensa que éstos se lo apropiaban, se equivocarían. Son gastos de las instituciones no previstos en los presupuestos que aparecen sin haberlos pronosticado y para los que se recurre, tratándose de asuntos de seguridad, a los fondos reservados".
Al parecer, los "asuntos de seguridad" a los que se refiere Guerra eran, por poner un ejemplo, ayudas a jueces para comprar casas -eso habría ocurrido con un juez en el País Vasco, entre muchos otros casos-, o para hacer reformas, o para poner medidas de seguridad... o para cuestiones similares. Ahora bien, lo que se hiciera después con esos fondos era cuestión del ínclito. De esos fondos salió, por ejemplo, el arreglo del chalet de Fraga, afectado por un acto terrorista.
Garzón, en el punto de mira
Independientemente de lo anterior, en ese mismo libro de memorias, Alfonso Guerra se muestra inmisericorde con el ex juez Baltasar Garzón, al que desnuda política y humanamente. Le acusa, por ejemplo, de practicar la "maceración" de los detenidos por el caso GAL -Amedo, Julián Sancristóbal, Michel Domínguez-; la "maceración", como ya explicó detenidamente Amedo en sus memorias -un libro que debía haber llevado a la cárcel a Amedo por embustero, si era mentira lo que decía, o a Garzón, si lo que denunciaba Amedo era verdad-, consistía en someter a los detenidos a prácticas denigrantes para que denunciaran a sus superiores: "Algunos policías Implicados llegaron a decir que se los presionaba para que 'disparasen hacia arriba' en sus declaraciones si no querían ver detenidas... ¡a sus esposas! Fue una fase indigna de un país que había recobrado la democracia sólo veinte años antes".
En ese sentido, Alfonso Guerra añade lo siguiente:
"Cuando se implicó a Rafael Vera observé un especial ensañamiento con él de parte del juez. Recordé los consejos que don Quijote ofrece a Sancho para su gobierno de la Ínsula y lamenté que el magistrado Garzón no fuese un lector asiduo de Cervantes. Enseña Alonso Quijano: 'Cuando te sucediese juzgar algún pleito de algún tu enemigo, aparta las mientes de tu injuria y ponlas en la verdad del caso'".
Y añade:
"Viene a cuento esta referencia literaria porque deslegitima todo el procedimiento seguido por el juez Garzón. Había mantenido evidente y pública enemistad con Vera cuando los dos, secretarios de Estado del Gobierno, se habían enfrentado por las competencias en el ministerio. El juez carecía de la imparcialidad constitucionalmente exigida para instruir un sumario en el que implicaba a una persona hacia la que había mostrado una manifiesta hostilidad.
"(...) El juez instructor dedicará todos sus esfuerzos a lograr que los policías y mandos intermedios involucren a los altos mandos del ministerio. Lo harán para salir de la cárcel, ya estaban bien 'macerados'.
"El Partido Popular mostró su alma más carroñera y entró en el debate perjudicando seriamente la lucha antiterrorista, que quedó muy debilitada. Algunos periódicos, señaladamente El Mundo, siguieron la estela de la política del PP. Esa presa nunca la soltó el director del periódico, al parecer porque culpaba a Vera de un vídeo de su vida privada (los que lo vieron afirman que sonrojante) que le fue hurtado y difundido. Si el afectado tiene interés en conocer el origen, tal vez debiera orientar sus pesquisas hacia colegas de profesión.
"(...) El ministro Belloch declaró que la sentencia era un error judicial basado en datos elaborados por Mario Conde, ÁlvarezCascos y Pedro J. Ramírez, garantes de la cobertura financiera, política y mediática.
"(...) Yo acudí a la puerta de la prisión, creía entonces y creo ahora en la inocencia de los condenados por las malas artes de un juez vindicativo y el amedrentamiento, el írseles la sangre a los talones, de unos magistrados amilanados ante el clima general creado...".
Garzón se revuelve contra Guerra
Lo escrito por Alfonso Guerra ha dolido al ex juez Garzón, que se ha revuelto contra él, especialmente por lo que Guerra afirma en otra parte del libro: que en 1993, cuando Garzón dejó la judicatura para ser candidato al Congreso por el PSOE pidió cobrar 'en negro', pero que él se opuso.
Respecto a todo lo anterior, Garzón ha replicado que "yo creía que Alfonso Guerra era una persona honesta", ha dicho que "le veo muy nervioso al pensar que voy a presentarme y por eso me dedica tanto tiempo".
El ex juez también ha afirmado que "mi inhabilitación es un ataque claro a la independencia del Poder Judicial ya que he sido objeto indebidamente de un tratamiento penal singularizado", justamente de lo mismo que Guerra le acusa a él de haber hecho con José Barrionuevo y Rafael Vera. El juez ha añadió en La Sexta que "que no se investigue en España es penoso y vergonzoso. Aquí en Argentina las víctimas están reclamando la Justicia que no se da en España".