NACIONAL

Operación para destruir el liderazgo de Oriol Junqueras en Esquerra

El Triangle

Jueves 27 de junio de 2024

El expresidente de ERC constata cómo personas de su máxima confianza le dan la espalda y quieren impedir su regreso a la dirección en el próximo congreso, mientras todos temen que la secretaria general Marta Rovira haya llegado a un acuerdo secreto con Carles Puigdemont, según informa el digital catalán El Triangle.



“No entiendo nada. No sé dónde estamos”. La frase es de un alto dirigente de ERC, desorientado tras la caótica situación a la que ha llegado su partido en las últimas semanas. Esquerra pasó de estar en una situación ventajosa e incluso con una imagen de seriedad, gracias a la gestión realizada en los últimos tres años al frente de la Generalitat, a caer en una anarquía absoluta. El paso junto al presidente de la formación, Oriol Junqueras, ha marcado un antes y un después en la formación republicana.

El partido ha caído en manos de la secretaria general, la expatriada Marta Rovira, que hace funcionar a ERC a golpe de videoconferencias y de llamadas telefónicas. Pero lo más importante es que pactó en secreto con Carles Puigdemont y nadie sabe con certeza cuáles son las condiciones que ambos discutieron en Suiza el pasado 5 de junio. “Lo lleva en secreto. No nos han explicado nada, pero tememos lo peor”, dicen a El Triangle fuentes de sectores críticos del partido republicano.

El desconcierto del alto cargo antes aludido tiene una razón lógica de ser. Un grupo de militantes confeccionó un manifiesto bajo el título "Reactivamos la izquierda nacional", en el que abogaban por un cambio radical de la cúpula del partido. “Los resultados del último ciclo electoral –municipales, generales, Parlamento y europeas– han marcado un cambio de rasante para Esquerra Republicana de Catalunya: una década de crecimiento sostenido se ha visto debilitada por un bajón estructural, lo que indica el fin de un ciclo marcado ahora por la desmovilización y el retroceso del conjunto del independentismo y de las izquierdas.

El Parlament de Catalunya ha girado hacia la derecha y hacia el españolismo, con un ascenso notable de la extrema derecha y con un PSC –abiertamente cómplice de la represión posterior en octubre del 2017– que gana las elecciones por primera vez en votos y escaños”, dice el texto.

En sus puntos, asegura que “es imperativo repensar y modernizar la organización para fortalecerla. Una insoslayable transición interna tranquila debe ser la semilla para un nuevo impulso para esbozar un futuro inmediato ganador. Con generosidad, apertura y voluntad inclusiva y no excluyente. Con unidad interna y contando con el enorme capital político acumulado en los últimos años”.

Exige “una nueva forma de hacer política” y subraya que “es urgente asumir una renovación política que, a partir del testimonio de las victorias ideológicas empujadas por ERC, conduzca a nuevos consensos sociales amplios para el ejercicio del derecho a la autodeterminación nacional”.

Y, consecuentemente, pide “equipos amplios, corales y horizontales”, por lo que “es necesaria una renovación general de la cúpula dirigente, para conducir a la organización hacia un modelo más coral y colectivo, más transparente y con más participación de la base militante, de la estructura territorial y de los activos del municipalismo republicano”.

El manifiesto, que exigía la renovación de la cúpula de ERC, tuvo el aplauso entusiasta de casi todos los altos cargos del partido. Fue firmado en un principio por 309 militantes, que al final se convirtieron en 849, aunque aún se van añadiendo firmas. Entre los firmantes del manifiesto se encuentran altos cargos y ex altos cargos, como Joan Puigcercós, Joan Ridao, José Huguet, Marta Cid, Ernesto Benach, Xavier Vendrell, Ernesto Maragall, Laura Vilagra, Josep Maria Jové, Marta Vilalta, Roger Torrent, Alba Vergés, Teresa Jordà, Tania Verge, Montse Bassa, Laia Cañigueral, Ester Capella, Natàlia Garriga, Jordi Castellana, Oriol Amorós o Sergi Sabrià. Pero sobresalen dos nombres: los de Marta Rovira y Pere Aragonès.

Es decir: la secretaria general y el coordinador de ERC exigen la destitución de la cúpula del partido. “O es un ejercicio supino de cinismo, o, de lo contrario, no se entiende esa postura. No puede ser que la secretaria general de ERC y el coordinador del partido exijan que se sustituya a la cúpula cuando ellos son el vértice de la cúpula”, alerta un miembro de ERC alineado con uno de los sectores críticos. Añade este militante: “Son precisamente ellos los causantes del actual desastre de Esquerra, y resulta que piden sus propios jefes, algo totalmente absurdo. Habría valido más que dimitieran y habrían quedado como unos señores”.

Ante esta situación absurda, no será extraño sentirse desubicado, como les ocurre aparte de los cuadros de la formación. "El manifiesto ha sido un misil en la línea de flotación de Oriol Junqueras", dice otra fuente republicana. De hecho, ninguno de los altos cargos considerados cercanos a Junqueras ha firmado el texto. El expresidente republicano observa la situación desde la barrera, apartado de cualquier responsabilidad operativa de Esquerra. Su meta es llegar con fuerzas renovadas en el congreso del 30 de noviembre y plantear un pulso a sus detractores.

Ordeno y mando

El objetivo del manifiesto es echar a Junqueras y evitar que siga mandando al partido. Varias fuentes internas de ERC coinciden en afirmar que Junqueras no tiene muchos soportes dentro del aparato republicano, pero otra cosa son las bases. Aquí es donde puede plantear la batalla e incluso dar una sorpresa en el congreso.

En esta batalla, incluso un crítico como Joan Tardà, que no escatimó críticas internas a Junqueras, ha salido en su defensa: el manifiesto fue impulsado con intenciones políticas de dañar a Junqueras, por lo que Tardà rechaza la forma cómo se ha planteado. Otros ausentes de lujo en la lista de firmantes son líderes como Eva Baró, la presidenta de la Federación de Barcelona; Lluís Salvadó, presidente del Puerto de Barcelona; el exconseller Juli Fernández; el secretario de Organización, Pau Morales, o el portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián.

Junqueras ha dejado de ser el líder indiscutible para pasar a ser el enemigo a batir. Dentro de ERC se ha empezado una caza contra el expresidente, simplemente por disimular y que las bases no pidan los jefes de quienes estaban a su alrededor y, en definitiva, le apuntalaban y mantenían, pese a las protestas de los militantes. “En ERC no se consulta nada en las bases. Las decisiones son tomadas por un sanedrín encabezado por Junqueras y Rovira. Por supuesto, echamos de menos las consultas y hemos pedido muchas veces que se puedan debatir los temas importantes en las agrupaciones, pero nunca nos han hecho caso”, dice una fuente interna del partido.

El hecho de que Marta Rovira fuera uno de los dos principales puntales que decidían autocráticamente lo que hacía el partido hace aún más inverosímil su firma en el documento que pide la renovación de la cúpula. Si a esto le añadimos los pactos secretos con Carles Puigdemont, se vislumbra una imagen tenebrosa de la cúpula republicana, capaz de malhablar contra sí misma y de pedir su propio harakiri. “Las decisiones que ha tomado Rovira en la última semana han añadido mucha más incertidumbre y, además, dejan el partido al borde del abismo. No sabemos si Junts nos fagocitará o podremos salir de esta situación.

Aunque existe en las bases una gran unanimidad sobre la necesidad de variar la estrategia y cambiar la cúpula, el paso junto a Oriol Junqueras nos ha dejado vendidos. Rovira, desde Suiza, toma decisiones que muchos no entendemos ni queremos. No hay comunicación ni consultas a la militancia, sólo la ordeno y mando de la cúpula, es decir, de Marta Rovira, que nos ha enviado una comunicación interna que no dice absolutamente nada ni desvela ninguna información sobre nuestro futuro”, afirman fuentes de la formación.

Por su parte, el Colectivo Primero de Octubre también ha dejado clara su posición, tirando con bala. Bajo el lema "Por el regreso a una ERC independentista y republicana", este grupo minoritario de perfil hiperventilado reclama "constituir una mesa de diálogo entre todos los actores políticos catalanes para consensuar unos mínimos puntos comunes con visión de Estado".

Las líneas programáticas que propone son “buscar en todo momento la unidad de acción con el resto de fuerzas soberanistas”, “plantear la relación con el Estado español únicamente de forma bilateral” y “sentar las bases de la construcción de la Constitución republicana ”. Otro de sus puntos exige volver al asamblearismo como principal característica de la organización de ERC.

Nada tienen que ver un manifiesto con el otro, pero representan indicios de que en ERC hay varias almas y, sobre todo, una batalla interna que promete ser muy cruel, porque habrá vencedores y vencidos. ERC, en estos momentos, está navegando sin rumbo fijo, a merced de las ondas políticas que la sacuden, pero cuya característica puede agravar la situación: si el sector rovirista se sale con la suya, el partido republicano camina hacia un acuerdo con Carles Puigdemont que podría significar su fallecimiento definitivo, ya que Esquerra correría el riesgo de convertirse en un apéndice de Junts, en la escobilla utilizada por los postconvergentes para recoger los votos de la izquierda independentista a quien la CUP le parece demasiado extremista o demasiado anticapitalista. El partido de Macià y Companys vive horas decisivas.


Noticias relacionadas