Nada más terminar los noventa minutos que duró el debate la vicepresidenta Kamala Harris salió a defender a Biden con un mensaje a medio camino del apoyo incondicional y de la presentación de su candidatura en el lado demócrata si, finalmente, se decide que el actual presidente y por ahora único candidato deje paso a otra figura que pueda derrotar a Trump. La hasta ahora “desaparecida” Harris estaría jugando en la mitad del tablero, con la posibilidad de inclinarse a un lado u otro. Sin mucho tiempo para cambiar y lograr que otro candidato suba al ring de los 50 estados que constituyen la actual USA, las posibilidades de una “sucesión ordenada”, incluso si se mantuviese Biden y ganara en noviembre con Kamala de número dos, las posibilidades de una posterior renuncia serían muchas y muy reales.
Si dejamos a un lado las consecuencias internas para Estados Unidos del mantenimiento o el cambio de inquilino en La Casa Blanca, el debate dejó muy clara la posición de Trump sobre la OTAN, la aportación de su país al gasto militar de la misma y, sobre todo, loo que piensa de la guerra de Ucrania y de Volodomir Zelensky, al que llamó “pedigüeño” por dedicarse a viajar de un país a otro siempre exigiendo a la OTAN ya los países que la integran la organización más armas e inversión, y hasta intervención directa en el conflicto para llevar la contienda a territorio ruso, muy en la línea que ha emprendido el presiente francés, que también dependerá de los resultados de las elecciones legislativas galas del próximo domingo, con una ultraderecha menos proclive a mantener la escalda bélica con la Rusia de Putín y más favorable a la búsqueda de un difícil pero necesario acuerdo de paz.