Lo ocurrido en la primera vuelta de las elecciones francesas tiene varias lectura y los políticos de uno u otro bando las usarán como siempre para adjudicarse la victoria. Queda por saber lo que pasará en la segunda vuelta y qué posición van a tener tanto Macron como Mélenchon para impedir que salgan los candidatos de Le Pen. Hasta ese momento las espadas siguen en alto.
La primera conclusión que se puede sacar de lo ocurrido es que el partido ultraderechista ha duplicado los votos obtenidos en las legislativas de 2022 pero que va a ser casi imposible que consiga superar la mayoría absoluta de los 289 escaños en la Asamblea Nacional, lo que en principio abocaría a una coalición entre Ensemble, la coalición que lidera Macron, y el Frente Popular, un verdadero universo de siglas que dirige el ex socialista Mélenchon, donde se ha incrustado el ex presidente Hollande que llevó al Partido Socialista al desastre.
La segunda posibilidad, más improbable, es que la Agrupación Nacional lograra el apoyo de los Republicanos, el partido de la derecha que dirigió Sarkozy, siempre y cuando éstos lograran los escaños suficientes para dar la mayoría a Le Pen.
Estamos pues en una encrucijada en la que Marie Le Pen y su lugarteniente Jordan Bardella, de 28 años, pueden convertirse en el nuevo partido de la derecha francesas absorbiendo a los republicanos y convirtiendo a su lideresa en una nueva Georgia Meloni, la presidenta italiana, es decir en una ultra más moderada para ser aceptada por los partidos socialista y popular europeos y hasta por Estados Unidos.
Aunque Meloni no ha conseguido ser integrada en las listas de los nuevos miembros del gobierno europeo tras su éxito como anfitriona del último G7 que se celebró en Bari en junio con los líderes de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, nadie en el PP o en el PS europeos hablan mal de ella, mientras si lo nhacen del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que acaba de formar una con el Partido de la Libertad de Austria (FPO) y el partido checo de la Alianza de Ciudadanos Descontentos (ANO) para crear un nuevo bloque de extrema derecha en el Parlamento Europeo.
Y no digamos nada de Alternativa para Alemania que fue expulsado del grupo Identidad y Democracia donde se integran tanto los partidos de Le Pen y la Liga del italiano Matteo Salvini. Después del que el cabeza de lista para las europeas, Maximilian Krah, opinara que no se puede considerar automáticamente que todos en las SS de la Alemania nazi eran criminales.
Una alianza entre los liberales de Macron y la macro izquierda de Mélenchon solo será posible si este último está dispuesto a aceptar muchas de las políticas económicas del actual presidente francés que tendrá que pensarse muy y mucho cualquier giro a la izquierda de un gobierno que al lado de lo que tiene Sánchez en España sería mucho más “frankestein”, aun contando con que en Francia no hay procesos independentistas fuertes.
Y una opción no descartable es que el propio Macron decida dimitir a pesar de haber dicho claramente que cualquiera que sea el resultado de las legislativas él va a seguir el Eliseo hasta que acabe su mandato en 2027. Ya se verá, ya que en el caso de que Le Pen obtenga la mayoría absoluta el presidente se abocaría a tres años de una cohabitación con la extrema derecha.