Martes 21 de octubre de 2014
L viernes, el Consejo de Ministros presentaba el Anteproyecto de Ley de apoyo a los emprendedores y su internacionalización. Reconoce el Gobierno que llega tarde, pero se justifica en la urgencia de otras tareas como el rescate del sistema financiero o atajar el déficit fiscal.
La verdad es que es mejor no entrar en esto para no desvirtuar lo que este Anteproyecto de Ley propone. Déjeme decir antes que España no va a salir de este agujero sin una reforma en profundidad de la Administración Pública que mejore su eficiencia. No puede ser que con un sistema tributario que tiene los tipos más altos del mundo, tengamos una recaudación entre las más bajas cuando lo medimos en relación al tamaño de la economía, y sin embargo sigamos gastando como si todo funcionase bien.
En los conductos del Estado, mucho de nuestro esfuerzo se pierde por el lado de los ingresos, donde pagan justos por pecadores, y mucho también se pierde por el lado de los gastos, porque gastamos suponiendo unos ingresos que realmente no tenemos, de modo que esto es una garantía de desequilibrio fiscal para muchos años. Imagínese lo que va a ocurrir ahora después de que Bruselas se haya convertido en coartada para seguir cambiando las cosas de manera tan exasperantemente lenta.
Pero volvamos al asunto central. El Gobierno gusta de presumir de los ajustes que ha efectuado la economía española, y que se manifiestan a través del crecimiento de las exportaciones y de la vuelta al equilibrio de la balanza con el exterior (tanto la balanza comercial como la corriente). Por ahí entran las recuperaciones, dice, y es verdad. La cuestión es que es ajuste exterior es muy poco consecuencia del esfuerzo del Gobierno y muy mucho consecuencia del esfuerzo de la sociedad; los trabajadores aceptando salarios más bajos, y las empresas buscando nuevos mercados en el exterior. Cuanto de esto tiene que ver con los cambios introducidos por la reforma laboral, lo dejo a criterio del lector.
Ahora, la Ley de Emprendedores ofrece algo nuevo a los que están sacando las castañas del fuego para que esta crisis no sea más desastre de lo que ya es. Y lo que se haga para no entorpecer a quienes se están dejando todo en el intento por sobrevivir es bienvenido. Cualquiera que pretenda buscar una salida en el negro panorama que nos rodea, va a tener menos trabas con esta Ley cuando comience a aplicarse. Es un intento serio de reforma estructural que afecta transversalmente a todas las etapas de vida de la empresa, desde su constitución hasta su liquidación, pasando por la fiscalidad, la financiación, o las relaciones con la Administración. Son tantos los apartados que toca, que es imposible que en muchos de ellos no se pueda discutir pros y contras. Otros pueden quedarse sin espacio de aplicación práctica, y otros pueden ser verdaderos motores de cambio.
Pero lo importante y en resumen, es que estamos ante un intento de activar un verdadero motor de los tan demandados cambios estructurales que necesita la economía española. Incluso puede considerarse la primera medida del Gobierno de Rajoy que supone una manifestación de confianza en la sociedad a la que gobierna, porque hasta ahora había sido estrictamente lo contrario. Quizá así, hasta se salve él. Afortunadamente esta legislación está mucho más cerca de ser una lista de eliminación de trabas que de ser una lista de ayudas, y creo que facilitar la vida empresarial, motor de la actividad económica, reduciendo inconvenientes, es lo mejor que puede hacer un Gobierno para dejar crear riqueza a quien está dispuesto a arriesgar la suya.
Si además, el Gobierno fuese más eficiente en el uso de los recursos que nos detrae, y dejase así que los bancos no se acomodasen prestándole el dinero al Estado para sostener su gasto corriente, en lugar de hacerlo a empresas y emprendedores, entonces podríamos tener algo más cerca de lo que necesitamos para salir del pozo donde estamos metidos. Pero no conviene esperar mucho de nadie, y menos de los Gobiernos. El futuro de cada uno está cada vez más en manos propias, aunque el Gobierno sea el último en enterarse. Es por esto que creo que este Anteproyecto de Ley, es bueno, y está bien, siempre que asumamos, que el esfuerzo continuamos haciéndolo nosotros, no el Gobierno.
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