SOCIEDAD

Refugiados

Javier Fernández Arribas | Lunes 15 de julio de 2024
No podemos, no debemos, no queremos mirar hacia otro lado porque no son solo cifras, son seres humanos con cara y ojos, con nombre y apellidos. Cada familia acarrea una enorme tragedia y todos debemos estar comprometidos con poner fin a uno de los problemas más graves que afronta el mundo. Buscar una solución a estos millones de personas, refrugiados que merecen una vida digna, con oportunidades.

Y , si me apuran, debemos ser conscientes de que mañana podemos ser nosotros. No es una exageración. Por desgracia, tenemos demasiadas experiencias, muy tristes y trágicas experiencias que algunos manipulan ahora en su discurso y en sus decisiones políticas tratando de mantener ventaja electoral azuzando el miedo y la confrontación que ya habían sido superados. No es un caso que se remita exclusivamente a España donde se ha despertado el fantasma de la ultraderecha como si las experiencias sufridas con la gestión en el Gobierno de la ultraizquierda no fueran muy negativas.

La construcción de muros por parte de quienes se arrogan la verdad única de un pensamiento acorde a sus intereses electorales causa un nuevo enfrentamiento y polarización que alcanza en la sociedad española, y también ha contagiado a distintos países europeos, a familias y amigos. La Unión Europea no ha sido capaz de llegar a un acuerdo sobre una política real y solvente sobre el reto que plantean los refugiados, por un lado, y los inmigrantes, por otro. Podemos hacer la distinción más política para los refugiados que huyen de conflictos internos o de persecución y represión por sus ideas o planteamientos. Y más social y laboral para los inmigrantes que buscan también salvar la vida y huyen de la miseria y la pobreza.

La realidad es que Europa tiene que dar una respuesta clara, viable, solvente y realista a un fenómeno que se ha dado a lo largo de la historia en muchas regiones del mundo y que desde la crisis de los refugiados sirios de 2015 ha acrecentado su influencia y repercusión negativa en muchos países. La falta de soluciones crea temor e incertidumbre en algunos sectores locales, el miedo a la pérdida del empleo, la inseguridad en las calles, el choque de culturas y religiones, son argumentos utilizados y manipulados por los partidos de extrema derecha para crecer y aumentar su representación y sus beneficios.

Muchos dirigentes europeos en el Gobierno alientan el miedo a la ultraderecha, reclaman la necesidad de parar su ascenso electoral, demonizan el voto de muchos miles de personas que frustradas y hartas de la ineficacia de esos gobernantes eligen opciones más radicales. Por supuesto que hay que evitar que planteamientos racistas y xenófobos que solo buscan su beneficio personal y político logren mayores cuotas en cada uno de los países. Pero la respuesta no son los muros, es el consenso entre los partidos más centrados y moderados para aplicar soluciones a los problemas. En este caso a personas, seres humanos, refugiados o inmigrantes que merecen respeto y una vida digna, pero con una regulación firme y viable para su propia seguridad y dignidad y para erradicar a las mafias que trafican con seres humanos.