Martes 21 de octubre de 2014
En 45 minutos el secretario general del PSOE dio todo un recital de pasión y liderazgo. Cuando más se le discute desde dentro del socialismo y cuando más voces piden unas elecciones primarias con la intención de desplazarle de una posible candidatura va ėl y realiza unos de sus mejores discursos políticos. Dirigido a los convencidos, dirigido a los militantes y a los que en el pasado votaron a unas siglas que se difuminan en el nuevo estilo de colocar la rosa. Conoce las fibras sensibles de los suyos, conoce lo que desean: librarse de la pesada losa del fracaso. Y les proporciona la mejor de las pomadas posibles, la de la esperanza.
Reconoce Rubalcaba la severa derrota de 2011 y les recuerda a los dos mil compromisarios que llenan el auditorio del Palacio de Congresos madrileño que le eligieron en Sevilla para sacarles del hoyo, para ofrecerles un nuevo proyecto, y que ha cumplido. Un mensaje dirigido a los impacientes como Tomás Gómez, como Emiliano García Page, como Fernandez Vara. Llegó tras la derrota para quedarse y está dispuesto a ello salvo que las elecciones europeas golpeen de nuevo la credibilidad del partido, o que en las primarias a celebrar dentro de un año coloquen al frente de la lista del PSOE a otro nombre.
Les incita a reconquistar a los ciudadanos, a ser valientes y responsables, a superar las tres crisis que estamos viviendo en España: la social, la económica y sobre todo la política con un " reformismo radical" dentro de una Unión Europea sin cuya existencia sería imposible superar los desafíos de la globalización. Les asegura que de esa forma se echará a la derecha del poder de la misma forma que se la hecho en 2004, por sus mentiras.
Enardece al auditorio, que se pone en pie y aplaude como si se hubiesen ganado ya las elecciones, cuando habla de sanidad, de pensiones, de educación, de solidaridad con los emigrantes, de la unidad territorial irrenunciable pero compatible con la diversidad, cuando afirma que los socialistas no son nacionalistas, que son eso, socialistas, y que hay que ayudar a las familias y a las pequeñas y medianas empresas de la misma manera que se ha ayudado a los bancos. La forma: un pacto de rentas entre empresarios y trabajadores.
Se detiene y hace hincapié en la reforma fiscal, en un ataque indirecto hacia los ricos, a cambio de reducir o anular los impuestos a los pensionistas y a los parados.
Cuando se refiere al PP como " derecha desalmada" y cuando menciona a la Iglesia y la denuncia del Concordato con el Vaticano vuelve a incendiarse la gran sala del cónclave. El PSOE lo define Alfredo Pérez Rubalcaba de tres formas que se unen en una, tal y como si se tratara de la Santísima Trinidad ideológica del siglo XXI: feminista, laicista y ecologista. Un chute doctrinal en vena, de los que aceleran los latidos de las masas, aquellos que consiguen que se olvide el pasado y se sueñe con un futuro de renovado poder.
Son ya las dos y cuarto de la tarde. Se le nota cansado, con la voz rota, pero tiene preparado el final, ese que muchos querían y del que él se limita a colocar las primeras piedras: habrá primarias, abiertas a la sociedad, en la que participen todos aquellos que quieran. Y como siempre viene bien pedir el voto útil no duda y asegura que su partido, que el PSOE es el único que puede vencer a la derecha. Un final en el que rescata el nombre completo de sus viejas siglas: Partido Socialista Obrero Español. De la monarquía ni una palabra. La mencionaron otros y el nombre provocó algo de pitos, algo de abucheos, pero fácilmente controlable. Ahora no toca cambiar de régimen, toca modificar la Constitución y poner en marcha un estado federal, algo que. O se podrá lograr con la simple y más que difícil victoria, necesitará del otro gran partidos desde Córdoba Maríano Rajoy ya ha dicho que la Constitución no se toca.
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