INTERNACIONAL

El “idilio” socialista con Venezuela lo inició Gonzalez hace 40 años con Gustavo Cisneros

Raúl Heras | Jueves 29 de agosto de 2024
Lo mejor que podía hacer José Luís Rodríguez Zapatero en Venezuela era seguir los pasos de su antecesor en la Secretaría General del PSOE y en la presidencia del Gobierno. También como miembro destacado de la Internacional Socialista, uno de los mayores lobbies económicos desde hace 70 años tras su fundación en Fráncfort en 1951 y cuya presidencia ostenta en este agosto de 2024 Pedro Sánchez. El cargo ejecutivo más importante, que permite entender la estrategia que la IS ha seguido desde la presidencia del alemán Willy Brandt, es el de Secretario General, que ostentó durante 23 años el chileno Luís Ayala. Han cambiado los presidentes, pero él se mantuvo dentro del aparato para mantener la conexión de los múltiples tentáculos con la cabeza del cefalópodo.

Hace dos años se produjo uno de esos cambios que transforman las organizaciones, ya sean políticas, sociales, empresariales o financieras. Ayala dejó su puesto a la ghanesa Benedicta Lasi, que se siente tan alejada de los grandes objetivos de la Internacional Socialista como de su actual presidente, Pedro Sánchez, al que, entre otras cosas, acusa de machismo salarial y humillación interna. Tal vez uno de sus problemas haya sido no entender la creación del Grupo de Puebla y lo que significaba para la política en las dos Américas, en confrontación permanente, los Estados Unidos y los intereses que definió de forma perfecta el entonces inquilino de la Casa Blanca, James Monroe, en su discurso ante el Congreso de EEUU: “América para los americanos”. Se le olvidó añadir la palabra “norte”, que es todo el territorio que está por encima del Río Grande.

Hace 40 años, el primer Gobierno de Felipe González expropió Rumasa a Ruíz Mateos. Repartido el enjambre de bancos y propiedades entre los depredadores de entonces, que vieron la enorme posibilidad de enriquecerse que conllevaba comprar a precio de saldo lo que luego se podía explotar o vender con enormes beneficios, una de las joyas de la corona del empresario jerezano fue la empresa Galerías Preciados, el gran almacén que había fundado Pepín Fernández a su regreso de Cuba en 1934 y que diez años más tarde se convirtió en el mejor de los ejemplos de gestión empresarial. Cuarenta años más tarde, el castillo se desmoronó y, tras pasar por su acreedor principal el Banco Urquijo, en 1979, y dentro del holding Rumasa dos años más tarde, terminaría subastada por el Estado en 1983, con el venezolano Gustavo Cisneros como vencedor de la misma. Fue el gran negocio internacional de la familia Cisneros, una de las más ricas del país que hoy preside Nicolás Maduro. Los mil millones de pesetas que pagó se convirtieron en 30.000 millones en 1987, cuando la británica Mountleigh se la compró pese a las pérdidas acumuladas. El idilio entre los dirigentes socialistas y la rica y pésimamente gobernada Venezuela había comenzado.

La historia no terminó en ese final de la década de los ochenta del siglo pasado. Las pérdidas siguieron y la falta de una estrategia frente al agresivo Corte Inglés permitieron un nuevo trueque empresarial entre un grupo de empresarios españoles liderados por Fernando Sada y Justo López Tello, que valoraron a la deteriorada Galerías en 21.200 millones de pesetas. Eran todo anotaciones y préstamos bancarios que iban y venían mientras sus ejecutivos aumentaban su capital personal. Dos años más tarde y con la deuda incrementada en siete mil millones más se cumplió la sentencia y la guillotina acabó con la firma que había nacido sesenta años antes. El Corte Inglés había vencido a su competidor y los últimos estertores se producían en 2008 con el FOGASA sacando a concurso el nombre comercial de Galerías Preciados por 300.000 euros. Nadie acudió a la subasta. El nombre ya no tenía nada dentro y no interesaba a nadie.

Muchos se habían enriquecido con el ir y venir de las acciones y las intervenciones gubernamentales. Felipe González ya no era presidente del Gobierno y quien ocupaba el palacio de La Moncloa era un diputado de León que tuvo la suerte de ganar unas primarias dentro del PSOE, convertirse en Secretario General y ganar unas elecciones generales tras el mayor de los atentados terroristas que ha sufrido España. Se llamaba y se llama José Luís Rodríguez Zapatero, convertido desde hace años en el gran valedor internacional del régimen venezolano que implantó Hugo Chávez y mantiene Nicolás Maduro. Que haya sido éste quien mantenga que ha ganado las últimas elecciones frente a la oposición de María Corina Machado, y haya remodelado el gobierno con dos figuras claves como son Diosdado Cabello, que asume las carteras de Interior y Justicia, y Delcy Rodríguez que se convierte en la gran administradora del petróleo de su país, no son sino acomodo a las nuevas circunstancias. Las relaciones entre Venezuela y España vienen de lejos y seguirán en el futuro. Nada más y nada menos que uno de los fundadores de Podemos, Juan Carlos Monedero, es uno de sus defensores.


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