NACIONAL

Sánchez necesita cambiar el Gobierno con urgencia y lo sabe pero no puede

Raúl Heras | Viernes 30 de agosto de 2024
El presidente del Gobierno está acorralado. Esa situación es innegable. Pedro Sánchez acaba de regresar del viaje a Mauritania, Gambia y Senegal, para intentar contener la emigración irregular y vuelve con pequeños acuerdos económicos y promesas imposibles de cumplir por parte de los tres gobiernos del Africa subsahariana. Seguirán llegando pateras, seguirán llegando jóvenes sin formación y Pedro Sánchez verá que las críticas a su gestión van desde la otra izquierda que hasta en su Gabinete a la amplia derecha que espera con ánsia su fracaso.



El equipo de 22 personas que forman su Gobierno desde las elecciones de julio del año pasado no funciona, lo sabe y esperaba que la formación de la nueva Comisión Europea, con el nombramiento de su actual vicepresidenta tercera para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, como una de las Comisarias de Ursula Von der Leyen le permitiera cambiar de caras, de equilibrios internos y, sobre todo, de rebajar el número de carteras ministeriales, que son muchas y en competencia directa entre los titulares de las mismas.

Los Presupuestos Generales del Estado, la piedra angular de cualquier programa que se quiera cumplir en la actual Legislatura, le tienen maniatado, sin que su vicepresidenta y ministra de Hacienda de Hacienda, María Jesús Montero, pueda hacer más de lo que ya está haciendo, que es cuadrar el círculo tras la firma de los compromisos con Esquerra de Cataluña. Puede y es más que posible que no tenga más remedio que prorrogar los existentes pero eso es apenas pan para hoy y hambre para mañana. Un año de pasó y elecciones.

Su vicepresidenta segunda ya no controla los 31 escaños que consiguió Sumar hace trece meses, pero su apoyo sigue siendo imprescindible. Yolanda Díaz administra como puede ese activo político que no deja de disminuir, lo que le lleva a plantear opciones imposible en el área del Ministerio de Trabajo. Otro problema de doble y difícil solución. Tiene que convencerla de lo inoportuno de sus ambiciones económicas y, al mismo tiempo, de que su grupo debe estar dispuesto a quedarse con menos titulares en un Gobierno con menos Carteras. Pasar de 22 Ministerios a quince, por ejemplo y respetando la actual proporcionalidad entre los dos socios, le dejaría a Díaz con su puesto y dos más. Uno para Mónica Garcia, que es la alter ego de la vicepresidenta a. I el práctico dentro de la coalición.

Si aceptamos que Felix Bolaños es hoy por hoy intocable en Presidencia, al igual que son intocables Margarita Robles en Defensa, Fernando Grande Marlasca en Interior y Carlos Cuerpo en Economía, todos los demás son prescindibles, cambiables y listos para buscarles otros puestos en ese amplio mar que es la Administración pública. No se trata de si son más o menos eficaces, que la mayoría no lo son en su condición de ministros, se trata de quitar grasa a un Gobierno que necesitas más músculo en gestión hacia los ciudadanos y menos presencia en las rancheras frente a la oposición.

Unir funciones en menos Ministerios llevará a Sánchez a renegociar sus acuerdos con sus socios dentro del Gobierno y con los que le apoyan desde el exterior. Más fácil lo segundo que lo primero. Puede dejar que Yolanda Díaz elija entre Ernesto Urtasun, Pablo Bustinduy y Sara Rego, con más posibilidades para el primero de los tres. Para remodelar la cuota socialista lo tener mucho más fácil si deja a un lado los afectos y se rige por la necesidad de dar ejemplo: Jordi Hereu le es necesario, tanto por la parte que le toca al PSC como por la valía y la prudencia del que fuera alcalde de Barcelona y presidente de Hispasat. Diana Morant es absorbible. Lo mismo ocurre con Elma Sáiz, Isabel Rodríguez y Ana Redondo. Sus tres Ministerios pueden encajarse en otra configuración del Gabinete.

Quedan tres grandes incógnitas, con tres perfiles e historias profesionales y políticas muy diferentes: José Luís Escrivá, que parece esperar a la herencia de Teresa Ribera para subir un escalón; Luís Planas, que aparece y desaparece como las aguas del Guadiana en los problemas de la Agricultura y la competencia a los productos españoles en el exterior; y el “gladiator” por excelencia que utiliza el presidente como ariete incombustible siempre que lo necesita, Oscar Puente, al que el Transporte heredado se le ha convertido en una mala digestión veraniega. La portavocía en el Congreso le vendría de perlas para confrontar cada día y en cada tema con Miguel Tellado o Cuca Gamarra. Todo el resto de temas judiciales, desde los que afectan a Begoña Díaz a los que tienen a José Luís Abalos y Koldo Aguirre como protagonistas principales seguirán su curso y el desgaste que producen.


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