El viejo y siempre comprobado proverbio periodístico de que las buenas noticias no son noticia se confirma en el caso de la Justicia. Habrá que esperar a las decisiones del Supremo sobre el Fiscal General, Alvaro García Ortiz, en el caso del novio/compañero de la presidenta de la Comunidad de Madrid para ver si la tranquilidad ha vuelto para quedarse o ha sido tan sólo una pequeña tregua.
En el caso del ministro Escrivá y su elección para gobernar el Banco de España sonroja ver las reacciones de comentaristas y políticos, la mayoría apelando a que es una intromisión del Ejecutivo en una institución tan importante como es la que dirige y controla la actividad de los bancos y las entidades financieras. Algo que han hecho todos y cada uno de los presidentes del Gobierno cuando han podido, desde Adolfo Suárez a Pedro Sánchez pasando por todos los demás, al margen del color partidista del Ejecutivo. Si alguien tiene alguna duda que mire en la hemeroteca y vea los nombres y la relación directa de los distintos gobernadores con el inquilino de La Moncloa y sus ministros de Hacienda y Economía.
Escrivá, que está en el Gobierno como independiente y no pertenece al PSOE, tenga más o menos simpatías por las siglas, tiene un pasado profesional que le hace totalmente idóneo para el cargo y hace mal el PP con “·enfadarse” en público por la elección y decir que no presentará ningún nombre para subgobarnador.
El expresidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal estuvo cuatro años en el cargo y recibió elogios desde todos los ángulos, ya fueran de derechas o izquierdas, de dentro y de fuera de España, tal y como lo atestigua su elección en 2015 - con gobierno de Mariano Rajoy - para presidir la Red de Instituciones Fiscales Independienes de la Unión Europea. Allí estuvo hasta el año 1999, que pasó a ejercer de jefe de la División de Política Monetaria del Banco Central Europeo durante el mandato de Willem Duisenberg, su primer presidente tras cambiar de nombre y de funciones de supervisión a nivel continental el anterior Instituto Monetario.
Si Isabel Perelló conoce a fondo el funcionamiento interno de la Justicia y sus complicadas relaciones, lo mismo le ocurre a José Luís Escrivá en el ámbito financiero y monetario, con relaciones mantenidas hasta hoy con la actual presidenta del BCE, Christione Lagarde y su ńmero dos, el español Luís de Guindos, que llegó a Luxemburgo desde el Consejo de Ministros de Mariano Rajoy. La memoria es siempre útil.
La clase política, financiera y empresarial - sobre todo la primera - nos va a ofrecer de aquí a final de año grandes espectáculos de menos alcance pero más personales. Lo importante ya está hecho a nivel de estructura de país. La Justicia tiene su máximos órgano en funcionamiento que no en funciones como en los últimos años, y el Banco de los bancos, tiene un Gobernador funcionando que no en funciones como le ha pasado a Margarita Delgado tras el cumplimento del mandato de Pablo Hernández de Cos, elegido justo cuando la inesperada moción de censura contra Rajoy cambió todos los equilibrios políticos y financieros.
Si José María Aznar tuvo a Jaime Caruana y José Luís Rodríguez Zapatero apostó por Miguel Fernández Ordóñez y Luís María Linde, el actual presidente ha preferido estar a favor del hombre que ha tratado durante los últimos años en dos puestos de ministro en el Consejo y tras informar al BCE y recibir una respuesta positiva. Si la inflexible Lagarde no estuviera de acuerdo, Escrivá no sería el “jefe” de la auténtica sucursal del banco de Europa.