NACIONAL

La oposición socialista a Sánchez recuerda a Rubalcaba para salvar al PSOE

Raúl Heras | Sábado 05 de octubre de 2024
Un ictus le mató hace cinco años. Antes Alfredo Pérez Rubalcaba había sido todo lo que se puede ser en política salvo presiente del Gobierno, que lo intentó en las elecciones de 2011 frente a Mariano Rajoy. Perdió pero siguió como Secretario General del PSOE durante otros cuatro años. Después dimitió de la política activa y regresó a la Universidad a dar clases de química.

En esa etapa de secretario general del PSOE creía que su misión era convencer a los socialistas de una verdad demostrada hace casi 200 años: entre lo orgánico y lo inorgánico solo hay un paso. El mismo que existe entre tener o no tener votos.

Con 61 años cumplidos en julio y más de treinta alejado de las clases en la Universidad Complutense de Madrid, Alfredo Pérez Rubalcaba se encontró en la situación más difícil de su vida política: tenia que convencer a una levantisca y descontenta organización que era capaz de devolverla al poder tras los peores resultados de toda su moderna historia democrática. Algo parecido a lo que conseguiría en 2018 Pedro Sánchez, al que hoy desde el interior del PSOE le recriminan no tener la mano izquierda que tenía el que fuera vicepresidente del Gobierno con Rodríguez Zapatero.

Podría explicarles que la política y la química tienen mucha cosas en común e incluso hablarles del alemán Friedrich Wöhler, uno de sus autores intelectuales de obligado uso académico tras demostrar en 1828 que lo inorgánico ( hoy, en su situación, lo que está fuera de los partidos y de los votos de cualquier formación partidista) puede convertirse en orgánico ( la militancia y los apoyos en las urnas ) a través de la "fuerza vital", la que presume tener junto a los más fieles de los suyos. Tarea difícil cuando en el PSOE de las 17 Autonomías y sus respectivos responsables regionales prima más la Física ( la acción, la oposición radical, el enfrentamiento directo con el adversario que detenta la mayor cantidad de poder conocido desde la Transición ) que la Química: lograr el apoyo ciudadano a través de las moléculas más simples: convencerles de que entiendes sus problemas, compartes sus problemas y eres capaz de resolverlos.

Convertido Sánchez en el mejor corredor de fondo de la política, quiere que sus enemigos internos más fogosos quemen todas sus energías en los primeros metros de la carrera. Su sprint - aquel que le permitió a Rubalcaba en su época de estudiante correr los cien metros en once segundos - lo deja para dentro de tres años, cuando tenga que volver a enfrentarse a unas elecciones generales, de nuevo contra Nuñez Feijóo, que ya se ha olvidado de Abascal y ha cambiado el discurso del Partido Popular para centrarse en los temas que de verdad preocupan a los ciudadanos.

El socialismo en particular y la izquierda española en general tienen en la crisis económica - con inmigración incluida- el más grave de sus problemas. Una crisis del capitalismo, y si se quiere de la última fase del capitalismo para aquellos que aún crean en los análisis de Carlos Marx, que está ayudando más a los conservadores de la derecha que a los progresistas de la izquierda.

Una crisis que está sirviendo al liberalismo de nuevo cuño para refundarse volviendo a sus orígenes, y que ante la falta de alternativas ideológicas y programáticas por parte de sus adversarios, amenaza con empobrecer aún más a los más pobres y enriquecer aún más a los más ricos, abriendo una brecha insalvable en las modernas sociedades post industriales, en torno al eje norte - sur, y en todos los países.

Ocurra lo que ocurra en la Cataluña de las luchas independentistas entre ERC y Junts, ni Sánchez puede ir más lejos de donde está, ni Feijóo va a cambiar en su particular estrategia contra la crisis. Los dos conocen los plazos políticos en los que se mueven. El primero ganó sus elecciones internas y tiene un mandato hasta el próximo Congreso Federal de noviembre ; el segundo ganó las elecciones generales pero sin la mayoría absoluta que necesitaba en el Congreso de los Diputados.

Para romper esos tiempos tendría que producirse un cataclismo, dentro del PSOE con enfrentamientos cainitas y una mayor fragmentación del partido sin un liderazgo claro y fuerte; y dentro de España y del PP con una ruptura social y unas tensiones económicas que hicieran imposible la gobernabilidad del estado.

La "fuerza vital" de la que hace casi doscientos años hablaba uno de los padres de la química moderna, cuando comprobó que del cianato de amonio se podía llegar a la urea, requería de una condición básica: la acción de un cuerpo vivo. Traducido en términos políticos en la España de hoy: Pedro Sánchez y el socialismo necesitan confirmar ante la sociedad que están vivos, que no son un cuerpo esclerotizado en su estructura y seco en sus ideas.

Para ello y dado que no hay nuevas elecciones a la vista tras la cita con las urnas en Cataluña tienen que recurrir a la generación de alternativas desde las Conferencias "sectoriales" que han programado al ejercicio alternativo del poder desde Andalucía y Madrid, y a una actividad de oposición en los distintos Parlamentos que les permita, por un lado llegar a acuerdos institucionales con el PP de cara a la renovación que necesitan las estructuras del estado, incluida la reforma de la Constitución; y por otro conseguir que "cale" entre los ciudadanos de todo el estado - incluidos los catalanes, los vascos y los gallegos - que se puede salir de la crisis económica con otras recetas que no son las que ofrecen Feijóo y el PP en las Autonomías donde manda.

Si al final de esta prueba de tres mil obstáculos en la que está metido, lo que hay que hacer es participar en la de relevos de los cien, dará el testigo al último de los relevistas que elija el partido, si alguno de los “ opositores” como Garcia Page se atreve para cambiar de rumbo y volver a la fe doctrinal socialdemócrata de Felipe González y el resto de la vieja guardia.


Noticias relacionadas