Si el máximo responsable del socialismo español quiere dar una lección interna a sus adversarios puede encontrarse con que los cambios no le ayuden en nada y le debiliten aún más. Es el caso de Andalucía, es el caso de la Comunidad valenciana, es el caso de Cantabria, el de Murcia, el de Extremadura, el de La Rioja y hasta el de Euskadi, los puntos rojos en la agenda de Santos Cerdan, el poderoso Secretario de Organización, cada día más cuestionado desde la periferia de la sede central del partido, e incluso desde una parte del Gobierno. No es fácil cambiar a Luis Tudanca en Castilla y León y a poco es fácil hacerlo en la Comunidad madrileña, esa antigua FSM en la que los choques con la dirección central se remontan al inicio de la Democracia.
Si Sánchez y su núcleo de confianza deciden “agitar el avispero” interno del PSOE se pueden encontrar con que crecen de forma exponencial las avispas dispuestas a atacar por todos los lados.La dirección socialista tiene una salida provisional, sin hacer más sangre de la necesaria, “normalizar” las candidaturas para los Congresos regionales y dejar para el año 2027 la elección de los candidatos electorales para los comicios autonómicos y municipales de ese año. Un periodo de tregua que, además, les servirán a todos para examinar hasta dónde les afectan los escándalos judiciales, y hasta dónde el ejercicio de la oposición en esos territorios está dando sus frutos.
Entre todos los cambios posibles - al igual que ya pasara desde los tiempos de Joaquín Leguina - el de Madrid es el que más repercusión tendrá en el resto de España. El actual Secretario general y aspirante a renovar como candidato electoral frente a Isabel Díaz Ayuso es el que más difícil lo tiene , por la personalidad de su oponente, pero al mismo tiempo el que menos contratiempo le está causando a la dirección nacional y al propio presidente del Gobierno. Esa es la gran prueba de eficacia para Santos Cerdán y para todos aquellos que aspiran a sustituir a Juan Lobato, comenzando por el alcalde de Fuenlabrada y el Delegado del Gobierno.
Abrir el proceso de cambios, sin control sobre el futuro político y personal de las “víctimas”, cuando desde la oposición del PP y de Vox, y hasta de una parte de la izquierda que le apoyó para llegar a La Moncloa, como sería no parece que el caso de Podemos - por culpa, fundamentalmente, de la posición de la vicepresidenta Yolanda Díaz - no parece que sea la mejor de las opciones.
Demasiado ruído cuando el auténtico objetivo sería rebajarlo, en todos los ámbitos y con el judicial a la cabeza, ya sea con un refuerzo en la defensa de Begoña Gómez, hasta ahora “perdiendo” en su batalla contra el juez Peinado, ya sea en la visión de conjunto que no tiene más remedio que realizar con el ex ministro Abalos, su hombre de confianza Koldo, y el comisionista Aldama. Parece que en la lista de las urgencias, la de coordinar la posición defensiva desde la propia presidencia del Gobierno, es la principal.