ECONOMIA

Las elecciones y sus sesgos

José Manuel Pazos | Martes 15 de octubre de 2024

A menos de un mes de las elecciones norteamericanas, los distintos actores se ven en la necesidad de lanzar sus apuestas. Este es un relato de los sesgos que se van configurando.



La importancia de las elecciones norteamericanas del próximo 5 de noviembre admite tantas interpretaciones como grupos de interés que se sienten afectados. En los mercados financieros, no destacan sesgos que supongan una apuesta por cualquiera de los dos candidatos y prefieren prepararse para un entorno en el que sacar partido a un incremento de la volatilidad.

LAS ASUNCIONES DEL MERCADO

El sesgo es sin embargo mayor hacia apuestas que consideran que no habrá “barrida” de ninguno de los dos partidos, de modo que los poderes legislativo y ejecutivo no estarán bajo un único control. Con menor confianza, pero se da por descontado que el Senado, que renueva únicamente un tercio de los escaños cada dos años, estará en poder de los Republicanos, y la Cámara de Representantes, que se renueva en su integridad cada dos años, cambiará de mayoría y pasará a estar de nuevo bajo control demócrata, aunque las últimas encuestas apuntan una reducción de la estrecha ventaja de la que todavía disponen. Serviría para moderar la volatilidad postelectoral independientemente de quién resulte elegido para la Casa Blanca.

No obstante, la reacción siempre será mayor si la victoria cae del lado republicano, y este escenario más volátil solo sería superado si los resultados son impugnados y queda en el aire la designación de los 270 delegados que se precisan para alzarse con la presidencia.

Otra importante asunción muy compartida en los mercados es que una presidencia republicana supone una amenaza mucho mayor a medio plazo para el déficit público, pero como los mercados atienden más a lo inmediato que a sus consecuencias a largo plazo, poca oportunidad se da a que los mercados de bonos sufran un serio correctivo. La renta variable piensa primero en impuestos y después en tipos de interés, y gustan más de un presidente republicano.

Las apuestas sobre el dólar son más inciertas en su relación con las grandes divisas. No hay un criterio dominante al respecto porque depende de donde se ponga el foco en la curva del tiempo. A corto plazo, una presidencia republicana sería interpretada más dólar alcista que una demócrata. Sin embargo, a medio y largo plazo, el sesgo cambia y el dólar se vería más amenazado.

EN JUEGO EN EUROPA

Para Europa, una victoria republicana puede agudizar los desafíos que aborda el Plan Draghi, y a modo de lo acontecido con la pandemia, obligar a los líderes europeos a una reacción dirigida a acelerar, y sobre todo a institucionalizar, el tipo de soluciones que se proponen en el Plan.

Esto daría lugar a una reevaluación de la situación europea forzando su orientación hacia formas de federalismo fiscal que traten de eludir las limitaciones nacionales. Ni Francia ni Alemania, por razones distintas, están en disposición de hacer frente a las necesidades que por sí solo impondría el aumento del gasto en defensa.

La reducción del esfuerzo militar norteamericano en Ucrania y la política proteccionista de EE.UU. son las dos amenazas más evidentes, a las que añadir otras existenciales de la propia UE que enuncia el Plan Draghi (crisis climática, productividad, competitividad europea frente a los desafíos que impone el desarrollo industrial de China,…) o la relación con Rusia, durante y después de la guerra de Ucrania. Tengamos en cuenta el contexto. No podemos hablar de dólar fuerte o dólar débil mirando solo a EE.UU., ni que esto valga para siempre. La desaparición de lo global tiene estos inconvenientes.