Fosos, empalizadas, torres de piedra, trampas en el rio Duero, Escipión se propuso alzarse con la victoria por agotamiento de los rescursos y la falta de ayuda de los cercados. Desde los sumarios de Koldo García a las investigaciones sobre José Luís Abalos; de la prisión de Victor Aldama a las imputaciones a Begoña Gómez, y el rosario de declaraciones y tstimonios que irá desgranando el juez Peinado, la situación de La Moncloa y de la sede central socialista de la calle Ferraz - con Santos Cerdán en el papel del Retógenes, que logró burlar el cerco y regreso para acompañar en el suicidio colectivo a sus compañeros - tiene muchos paralelismos con la suerte que corrió la ciudad soriana hace 24 siglos.
Al presidente del Gobierno no le quedan muchas salidas para sobrevivir. Lo sabe y confía, primero, que en el Congreso Federal de finales de noviembre, consiga unir las suficientes fuerzas de las 17 Federaciones para poder hacer frente al pertrechado ejército que dirige el conservador presidente del Partido Popular. Unos dias antes ya sabrá, al igual que todos, quien va a ocupar el gran sillón de la Casa Blanca norteamericana, la nueva Roma imperial.
La política exterior de Donald Trump o de Kamala Harris va a tener una importancia decisiva para la tambaleante Europa, llena de bandazos y sin liderazgos que consigan unir soluciones, tanto en la emigración como en la energia, la fiscalidad o las posiciones en las guerras de Ucrania y Palestina. El Senado de la antigua Roma le dijo a Escipión que no podía darle más dinero ni más soldados. Lo arregló a base de prometer el reparto del botín que lograran tras la victoria que veía segura. Megara y los tres mil habitantes de Numancia se suicidaron en su mayoría tras incendiar la ciudad.