NACIONAL

Moncloa se parece cada vez más a la cercada Numancia

Raúl Heras | Viernes 18 de octubre de 2024
Han pasado 2.157 años desde que el poblado soriano de Numancia fuera conquistado por los romanos. Les costó 20 años derrotar a sus habitantes, con ejércitos y generales y tribunos que se estrellaban contra sus muros de pìedra. Hoy, aquella resistencia da nombre a las guerras y batallas que se consideran perdidas, y que terminan con los vencidos suicidándose antes de ser vendidos como esclavos. La Numancia de este Gobierno y del PSOE es hoy el palacio de La Moncloa, con Pedro Sánchez en el papel de Megara, como jefe de uno de los clanes celtíberos, y Alberto Núñez Feijóo como el caúto general Escipión, que decidió que la mejor forma de vencer no era entrar en batalla- como habían hecho sus antecesores- sino cerrar la ciudad y dejar que el hambre y la enfermedad acabara con sus habitantes. Lo consiguió en el año 133 antes de Cristo.

En esta España de combates cuerpo a cuerpo desde las elecciones de 2023, el lider de la oposición ha cambiado de estrategia, al igual que hizo Escipión. Nada de combatir espada en mano. Se trata de esperar que Moncloa y su jefe se rindan o se suiciden ante el cerco legal y político al que están sometidos. Incluso con parecidas ayudas que encontraron los romanos en algunas tribus enemigos de los numantinos, que en este hoy español serían los socios que están en el Gobierno, por un lado, y los que le apoyaron en la sesión de investidura, por otro. Sus nombres históricos se pueden encontrar en cualquier manual de colegio, los “imitadores” en los nacionalismos catalán y vasco y hasta en los “rebeldes” de Podemos.

Fosos, empalizadas, torres de piedra, trampas en el rio Duero, Escipión se propuso alzarse con la victoria por agotamiento de los rescursos y la falta de ayuda de los cercados. Desde los sumarios de Koldo García a las investigaciones sobre José Luís Abalos; de la prisión de Victor Aldama a las imputaciones a Begoña Gómez, y el rosario de declaraciones y tstimonios que irá desgranando el juez Peinado, la situación de La Moncloa y de la sede central socialista de la calle Ferraz - con Santos Cerdán en el papel del Retógenes, que logró burlar el cerco y regreso para acompañar en el suicidio colectivo a sus compañeros - tiene muchos paralelismos con la suerte que corrió la ciudad soriana hace 24 siglos.

Al presidente del Gobierno no le quedan muchas salidas para sobrevivir. Lo sabe y confía, primero, que en el Congreso Federal de finales de noviembre, consiga unir las suficientes fuerzas de las 17 Federaciones para poder hacer frente al pertrechado ejército que dirige el conservador presidente del Partido Popular. Unos dias antes ya sabrá, al igual que todos, quien va a ocupar el gran sillón de la Casa Blanca norteamericana, la nueva Roma imperial.

La política exterior de Donald Trump o de Kamala Harris va a tener una importancia decisiva para la tambaleante Europa, llena de bandazos y sin liderazgos que consigan unir soluciones, tanto en la emigración como en la energia, la fiscalidad o las posiciones en las guerras de Ucrania y Palestina. El Senado de la antigua Roma le dijo a Escipión que no podía darle más dinero ni más soldados. Lo arregló a base de prometer el reparto del botín que lograran tras la victoria que veía segura. Megara y los tres mil habitantes de Numancia se suicidaron en su mayoría tras incendiar la ciudad.